No suelo ser un defensor de las cooperativas. Y en Terra Alta, frente a una cooperativa preciosa, asistí a uno de los mayores crímenes del vino que se pueden encontrar. “Horror”, dije cuando vi que los agricultores dejaban al sol del mediodía sus tractores llenos de uvas porque daban la una y tocaba ir a comer, no volvían hasta las tres o cuatro de la tarde y las uvas seguían cociéndose para hacer cualquier cosa que ellos llamarán vino.

Pero ha pasado el tiempo, las cooperativas (algunas) se han puesto las pilas y, además, aquella no era esta. Esta es la Cooperativa de Bot en Terra Alta, una zona de la que no se habla lo suficiente y de la que se debería hablar más. Y no es por algún gran vino que se sale de puntos, sino porque es gente sincera, que hace vinos de encanto, vinos con el corazón, no hay potencia que anestesia la boca, no hay intensidad de colores, en Terra Alta, en general, hay elegancia, hay una conversación en torno al vino, a eso se le llama disfrutar.

Este Llagrimes de Tardor blanco 2008 es una clara representación de ese carácter. Garnacha blanca 100%, curiosa garnacha blanca que da fruta muy limpia donde domina lo tropical, pueden ser los 50 años de viñas. Suave, sedoso, el paso por boca tiene sustancia con una madera que justo, justo se presenta en boca, 5 meses de barrica y 7 meses en botella hacen un vino elegante, miro hacia Borgoña pero no me quiero pasar. Y hay una cosa que me gusta mucho de este vino, una complejidad que no se encuentra en muchos vinos españoles donde o te pega la acidez de la fruta o te da el amargor de la madera que, a veces, se confunde con las lías sucias.
Aquí no hay nada de eso. Es una gran opción por su precio, se encuentra en Lukas por menos de 10 euros. Es fácil disfrutar de este vino.

Blog escrito escuchando: Tracy Nelson – Move On