Lo que más te puede apetecer de un vino es quedar bien con él cuando lo pides en un restaurante y estás con alguien a quien le importa poco el vino, es marquista y no le gusta que pidas cosas nuevas que a él no le vayan a gustar, porque al fin y al cabo él paga la mitad.
Así que cuando te enfrentas a una carta y ves que no están sus marcas favoritas, además no te apetecen, y te encuentras con un Viña Sastre que hace tiempo que no pruebas, te decides por él, para sorprender, aunque te mira raro tu compañero de mesa porque le parece muy barato para que esté bueno el crianza de Ribera del Duero.
Te la juegas porque lo último que has probado de Viña Sastre fue en una cata y siempre te queda la sospecha de que en las catas traen vinos “preparados” (aunque por lo que he podido catar en las dos últimas no tengo por qué pensarlo), nunca sabes cómo se va a comportar el Viña Sastre 2006 en la mesa de un restaurante.
Y el vino está perfecto. Los hermanos Sastre hacen uno de los vinos más caros del mercado (Pesus – 300 €) y agotan las botellas. Este 20 veces más barato (15€) es un claro exponente de qué tipo de vinos hacen. Muy de la tierra, fáciles de beber y elegantes. Porque en el primer trago sabes que es Ribera del Duero (están en La Horra – Burgos), pero entra bien y cuando lo bebes piensas en vino, como los de antes, sin tonterías, está todo tan equilibrado que no andas buscando matices. Es el vino perfecto para una comida y no preocuparte más porque a uno le guste más la madera o la fruta, con este vino no se discute, se disfruta. En su mejor momento.
Blog escrito escuchando: Beyoncé en directo.