Van a empezar a ser prácticos esos pequeños saleros que te ponen en los aviones camino a Nueva York y que acaban en el bolsillo. Ahora resulta que la Asamblea de Nueva York propone una enmienda a la ley de hostelería. Esa enmienda pide literalmente que se prohíba la utilización de sal en la preparación de las comidas en TODOS los restaurantes de Nueva York. El señorito que hace la propuesta es Félix Ortiz, un portorriqueño que llegó a la gran manzana en el año 80 y que a base de esfuerzos personales pasó de no saber ni una palabra de inglés a Miembro de la Asamblea. Su lucha personal se centra en los desórdenes de la alimentación.
Así de claro lo dice su propuesta: Ningún propietario u operario de un restaurante en este Estado utilizará sal en ninguna de sus formas en la preparación de cualquier comida para el consumo de sus clientes tanto dentro como fuera del restaurante. Imponiéndose multas de hasta 1000 dolares por cada ocasión en que se salte la ley.
Me pregunto si se podrán hacer críticas gastronómicas de calidad si te lo sacan todo soso. ¿qué dirán los de la Michelín? Hay 42 restaurantes estrellados (3 con tres estrellas) ¿se los quitarán todos por sosos?
Los americanos se quieren tomar en serio la historia de la tensión arterial y la obesidad y van a por lo primero que se cruza en el camino. Como ya se sabe que legislar es gratis para los políticos pues esta es una ley más. ¿Alguien se acordará de que pretendieron acabar con el alcoholismo a base de prohibir el alcohol?
Por cierto que, por supuesto, cada uno es muy libre de echar toda la sal que quiera personalmente a su plato.
Blog escrito escuchando: 1910 Fruit Gum Co. – The Best of