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Iñigo Galatas

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¿Por qué algunos cuestan lo que valen?


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


Hay momentos en que uno siempre se pregunta: ¿Realmente vale lo que se paga por uno de los grandes de Burdeos? En la afición por el vino la pregunta siempre se hace. Hace muchos, demasiados años se lo pregunté a Quim Vila cuando me enseñaba sus joyas, como respuesta se limitó a sonreír. ¿Es 10 veces mejor un vino de 300 euros que un vino de 30? ¿Se nota tanto la diferencia? Hay un vino español que cuesta 300 euros en tienda, como quien dice lo sacaron ayer y la bodega que lo sacó pensó que su vino valía eso y se acabó. ¿Pagarías ese dinero por un vino sin más historia que la de su tierra?

Todo esto viene a cuento porque hace un par de días pudimos hacer una “vertical” de Haut Brion, uno de los grandes de Burdeos. De hecho la historia cuenta que Arnaud de Pontac, propietario de la bodega allá por 1660, empezó a producir un vino distinto para la época, bajo rendimiento de las viñas, selección de la uva, una vinificación muy rigurosa y envejecer el vino en bodega. Por aquel entonces el vino se bebía del año. El quería distinguir sus vinos y, además, cobrar más por ellos. También se dedicó a hacer la primera etiqueta para su vino, le dio una marca. Se puede decir que creó el vino actual.

Probamos el 95, 96, 98, 99 y 2001. No quiero aburrir a la gente con las frutas, las maderas, los tostados y el cedro de la caja de puros. O incluso que el 95 era el más joven de todos. Lo que nos quedó a todos después de esa cata fue que, tras 5 vinos diferentes entre sí, había algo que perduraba, todos tenían un sello especial, una personalidad propia, una marca de la casa. Podías distinguirlos entre otros por algo que no se explicaba muy bien qué era, pero estaba ahí detrás de cada botella, detrás de cada copa. Por eso se llama Chateau Haut Brion, por eso es la historia del vino, por eso hace 350 años un señor decidió hacer un vino diferente y que perdurara con los siglos. 300 euros la botella, por un pedazo de la historia y un pedazo de vino. Porque, además, a la hora de servirse en la copa redescubres el vino varias veces.

Ahora empiezo a entender la sonrisa de Quim cuando le hice la pregunta sobre los vinos franceses “caros”.

Anécdota: el organizador del acto le decía a un asistente: “Es que estos vinos te los tienes que tomar dentro de 30 años.” El asistente en cuestión era el Sr. Lipperheide, 82 añitos de nada.

Blog escrito escuchando: Mel tormé – Spotlight on…

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