Vaya por delante que no tengo nada en contra de que Adriá haga publicidad de lo que le dé la gana, como si quiere anunciar coches o preservativos. Lo que estoy empezando a no entender es esta obsesión de que el cocinero sirve para vender de todo y su palabra es la ley.

Lo digo porque acabo de ver la última campaña de colchones Pikolín y sigo sin salir de mi asombro. Resulta que Ferrán Adriá es tan creativo en la cocina que se le ha ocurrido crear un nuevo colchón Pikolín para nuestro descanso, la deconstrucción del colchón.

Y yo me pregunto ¿a qué lumbrera de Pikolín se le ha ocurrido la idea de que un creativo de la cocina puede ser creativo en los colchones? ¿a qué directivo se le ha ocurrido que Ferrán Adriá, un cocinero, va a poder resolver nuestros problemas de sueño? ¿a qué Presidente de Pikolín se le ha ocurrido que un cocinero puede ser el símbolo de un buen descanso? ¿No hay médicos, científicos, gurús del sueño para eso? Mi profesor de filosofía a eso lo llamaba extrapolar. Yo creo que es hacer el ridículo directamente. Y luego declaran desierto el Gran Premio del Festival de la publicidad. A nadie le extraña.