Una bodega, una buena bodega de la Rioja hace un experimento para envejecer sus botellas en el agua, eso sí, agua de mar te dicen, no se qué de la oscuridad, el silencio y la salinidad que no sé qué le aportarán al vino. Pefecto.
Una bodega bordelesa, de Burdeos, envía a Canadá 1600 cajas de sus vinos por velero bergantín, dice que ese medio de transporte tendrá un efecto sobre sus vinos como si hubieran envejecido un año en bodega. Perfect.
Una bodega bodega (suficientemente antigua como para que se llame familiar) de Ribera, una bodega que se ha metido en el mundo de la ecología y la biodinámica (1 + 1 no siempre suman dos) envejece sus vinos con canto gregoriano sonando en la bodega porque creen que afectará a la crianza del vino. Más perfecto. En fin.
Siglos de grandes vinos, siglos siendo una bebida fundamental en ciertas civilizaciones, siglos aguantando atropellos de la humanidad, siglos viajando por el mundo para llegar a esto. Si ya lo dijo Juan Ramón Jiménez: No le toque ya más, que así es el vino. (¿o dijo la rosa?)
Blog escrito escuchando: The Morning Benders – 22 de julio en San Sebastián