Os dejo para el fin de semana un par de cosas en torno al vino. Esas cosas que me encantan y que, probablemente, no compraría nunca pero que si me las regalaran no pararía de usarlas hasta desgastarlas. La primera es un enfriador de una sola botella con la particularidad de que, además, mantiene el vino mediante el vacío durante algunos días. Como se ve, se introduce la botella, tiene un mando para poner la temperatura según la uva (lo que no sé es cómo alguien puede decidir la temperatura exacta de la pinot noir por ejemplo), sirve el vino apretando un dispositivo y cuando se decide guardar se le da a otro botón. No está mal por el módico precio de 300 eurillos arriba o abajo, sobre todo si tienes en cuenta de que lo de enfriar parece que se hace al momento aunque nunca sea así.

El segundo aparatito es más económico porque es más sencillo. Se trata de un dispositivo que se enfría de antemano y, llegado el momento, se saca del frigorífico, se mete en la copa y se echa el vino encima. Ese aparato enfría el vino al momento. Por unos 40 euros no tienes que andar esperando a enfriar el vino blanco o el champagne, todo es al momento. Sirve para unos 20 servicios. Lógicamente conviene sacar el aparatito de la copa antes de beber.

Y por último la solución para aquellos a los que el médico les ha dicho “una sola copa de vino en cada comida”. Te llevas la copa en cuestión y al grito de “tu echa, que me han dicho que puedo beber hasta una copa al día” y ya está. Ideal también para ese momento en que te encuentras a solas y dices, “me voy a tomar una copita de vino mientras veo la tele.” Ahora, si es por la pareja del vídeo, que no me vean nunca con esa copa porque no quiero ser tan cursi como los Andersen estos.