Al fin y al cabo una tienda que vende, básicamente, un solo producto no tiene porqué aguantar y menos en un local antiguo, suelo de madera y amplio, muy amplio, que no ha tenido grandes reformas ni decoradores espectacularmente modernos, un local al que, además, entra la gente y puede sentarse, (porque tiene un banco que te invita a sentarte) ¡A HABLAR! porque siempre encontrará un motivo de conversación y nadie le dirá “a ver qué quieres que tengo prisa”. Tiene que ser la mejor tienda de la ciudad.
Llevo buscando una cafetera decente hace más de 22 años, más que por mí, por M. Le gusta el café y a la fuerza ahorcan, he tenido que aprender a que me guste. Pero durante años no hacíamos carrera. Empezamos con uno a presión, como en los bares, pero no había manera de encontrar el molido, o demasiado fino o demasiado grueso. Pasamos por la clásica de fuego, el de pistón (te saldrá de maravilla, decían), compramos marcas, estilos, hasta que, por fin, encontramos la Saeco. Cafetera carilla pero ya nos olvidamos de todo lo anterior, se pone el café en grano, a pocos para que no sude, se le da a un botón y el mejor café posible.
No me van las capsulitas, ¿sabe alguien a dónde van todas esas cápsulas de plástico cuando salen de la basura? Y, ¿se dedica alguien a calcular el precio del café (molido) de esas dosis?
A lo que iba, cuando puedo compro el café en Angiozar (Cafés Anguiozar) porque sé que estará el Sr. Pablo, o lo que es lo mismo, su hijo, siempre tendrás el profundo aroma a un café recién tostado, siempre encontrarás a alguien sentado hablando de lo divino y lo humano, siempre lo dejarán todo por atenderte y te explicarán con detalle qué te llevas porque están enamorados del producto que venden y lo saben todo, están en contacto con los granos, están en contacto con el tueste. ¿Cuándo fue la última vez que fuiste a comprar el café y te explicaron con detalle lo que te llevabas y estuvieron realmente interesados en saber cómo hacías el café por si podían aportar algo que lo mejorara? ¿En qué otro sitio te pondrán una mezcla de cafés de altura, de más de 1500 metros de altura, Volcán de Oro de Guatemala y Pico San Cristobal de Colombia para hacer un café inconfundible, con una acidez muy justa y sin ningún amargor indeseable?
No es el único, pero es único.
Como decía Kipling: “Si puedes mantener una tienda así en una época en que todos corren y se busca la pela, si no has vendido el local al mejor postor porque sabes que eres un servicio a la ciudadanía, entonces serás un hombre, hijo mío” Y si no lo dijo debía de haberlo hecho.
Blog escrito escuchando: Matt Monro – Grandes éxitos