Cuando uno llega a una situación insostenible tiene que hacer dos cosas:
1.- que no le importe absolutamente nada y hacer risas con la situación dando por normal con un clásico “qué le voy a hacer” y “lo mío me cuesta.”
2.- comprarse ropa nueva, por supuesto ropa hecha por un sastre porque en rebajas es difícil encontrar algo en redondo.

Así que llegados a tal situación en el primer caso quiero decir que sí me importaba y que no me parecía gracioso y sí lo mío me cuesta querer estar “en forma”, al fin y al cabo me levanto todos los días a una hora muy temprana (por la hora en que cuelgo el blog se puede comprobar) y me machaco a base de bien. Además, no tengo el dinero suficiente para hacer un ajuar totalmente nuevo.

Así que no quedaba más remedio que empezar a tomármelo en serio y antes del verano me llegó el libro de Marta Aranzadi que editó Everest hace algún tiempo y le di un repaso. Y las conclusiones fueron estas:

Estaba en sobrepeso, adelgazar era fácil, el libro es muy entretenido y, en algún lugar leí que te podías tomar hasta dos copas de vino en cada comida, es probable que no fuera en cada comida sino al día, pero da igual, si decía vino ya era bueno. Mejor aún, porque leyendo el libro más a fondo decía que mejor el champagne o cava, así que ¿para qué quieres más?

El libro es fácil de leer porque son tres casos prácticos, una mujer, ama de casa, llegando a los 50 años y que no se encuentra a gusto consigo misma, su marido, poco más de 50 años y de comidas todo el día, y su hija adolescente que está para reventar. Trata cada caso individualmente, sigue una especie de diario con cada uno, hace la clásica reunión semanal con cada uno y saca las conclusiones: cuánto has adelgazado, qué has comido, dónde te has pasado y si te has portado bien. Al final, como todos los libros de este estilo te da una serie de recetas, bastante buenas para que no te aburras.

Pues ya está, en dos meses (empecé el 1 de julio) han caído la friolera de 8 kilos y seguimos hacia abajo.

¿La verdad? Hombre que tampoco se le hace todo el caso del mundo, pero fuera esto, fuera lo otro, nada de hidratos por la noche, días enteros a frutas (¡en mi mundo el vino es un zumo de frutas!), poco postre y ninguna copa copaza, más machaque y ya está. Hay muchas dietas, cada uno debe encontrar la suya y sentirse feliz con ella. Esta no parece que me haya ido mal y al menos no me he aburrido este verano, aunque aún estoy a la espera de comerme algún brioche de Aguirre, por cierto que el libro dice que si te quieres pegar un atracón de brioche (el libro dice roscón pero lo trauzco) lo hagas de verdad un día entero y te dediques sólo a ese alimento. El sábado en el programa de Más Gastronomía tengo a la dietista Arantxa Ezcurdia, la de la zona, a ver qué me dice.

Blog escrito escuchando: Miles Davis – Stella by Starlight