Ferrán Adriá acaba de anunciar que va a montar un bar de tapas. De tapas tapas, de esas clásicas, de las que sirven para llenar el estómago, esas que sirven de cama para que no se suba el alcohol de una manera tan rápida, no una deconstrucción de la tapa sino la tapa de toda la vida. Quizás exagere un poco, porque lo que dicen es que será un “bar de tapas contemporáneas”, así que a lo mejor hay alguna cosa moderna, aunque, dicho sea de paso, lo más moderno en el caso de los Adriá (hermanos) podría ser una tapa de boquerones tal cual.
El local se montará en el Paralelo junto al famoso cabaret El Molino. Se llamará Ticket y sera´un local a base de “barras” al estilo de una feria, cada barra dedicada a un producto (más bien a una marca), te acercas a la primera y tendrás la cosa de Joselito, te acercarás a otra y tendrás la cosa mediterránea con el pantomaquet, otra tendrá ensaldas, otra, pongamos por caso huevos con lo que sea y una última para los postres y el café Lavazza, que es como decir el café de la casa. Por supuesto, todo acompañado de vinos de primerísima división, he oido hablar de Alvaro Palacios y Peter Sisseck y para cervezas me imagino que la Inedit de Damm será una referencia, más que una referencia porque concretamente dice: “será un sitio perfecto donde serviremos una deliciosa estrella dorada de un color tan dorado como el trigo en el campo y tan frio como un iceberg en primavera”. Por cierto, habrá un espacio para la “chispa de la vida” que, por si alguien no lo sabía, se trata de la coca Cola: “jugará un papel por su sabor y color, y tenía que tener su lugar en la vida de la tapa que queremos mostrar en este proyecto.”
Pero eso no es todo, junto a ese local y para cerrar la noche, un bar de copas, el 41º. Una coctelería clásica en la que te pondrán el mejor de los cócteles y donde, me imagino, los gin tonics serán tan buenos que si se hiciera el campeonato del mundo de gin tonics este se llevará todos los mayores premios.
Envidia es lo que me da, de no vivir en Barcelona, de que sea una idea tan buena pero que sólo sirva para grandes ciudades y que no lo podamos ver hasta que no viajemos y que, seguramente, estará hasta arriba de gente a todas horas. Envidia, ni sana ni nada, envidia de que sea tan listo, de que se lo lleve limpio y ya está. Prometo ir y dejarme embaucar en cuanto lo abra.
Blog escrito escuchando: Todd Rundgren – Back to the Bars