A lo que iba: ya no se puede hacer una comida decente con un vino así. O la comida o el vino. Porque no sé a quién se le ocurrió la palabra “maridaje” que tanto odio y que tanto provecho están sacando quienes saben sacar provecho de las cosas, la odio porque estoy harto de los maridajes. Las cosas caen bien o mal, se saborea mejor una comida o no gracias a un vino, se puede permitir que una mala comida lo salve un buen vino, porque en ese caso hay algo con lo que puedes disfrutar, pero lo que no se puede admitir es que un vino se cargue una buena comida, tanto si el vino es bueno como si es malo, bueno, no, porque si es malo es peor. En muchos casos prefiero dejar el vino para más tarde si intuyo que va a ser demasiado potente para la comida.
Y nos intentan convencer de las cosas más absurdas para intentar vender un vino que no se podría vender de otra manera. Y nos intentan convencer de las excelencias de “maridar” un vino con un determinado pincho para “descubrir y aumentar sus propiedades organolépticas”, como si eso hiciera falta para tomar unas chuletillas de cordero con esos riojas de antes que no pasaban de los 13 grados.
Me estoy haciendo un viejo cascarrabias y estaría totalmente de acuerdo con Dani Corman cuando dice que el champagne va bien con todo, lo digo yo, que me he bebido Anas de Codormiu a mansalva en la época que sólo se encontraba ese cava en los restaurantes, porque desde siempre he pensado que lo mejor para hacer una comida completa es un espumoso que, encima, tiene 12 grados. Sí, estaría totalmente de acuerdo de que va bien con todo menos con una cosa. Porque vete a un restaurante, pide un plato de alubias por 12 euros y una botella de un espumoso por 50 euros, porque no hay nada por menos, y si lo hubiera, que lo hay, los restaurantes no lo quieren porque piensan que total la gente (así en genérico, “gente”) nunca lo va pedir.
En fin que empiezo por un lado y acabo por otro para decir que no, que no quiero que un mal vino potente y sin personalidad me estropee una comida que, se supone, es el motivo por el que he ido a comer a un restaurante, y que se luzca el cocinero, porque para el de la bodega siempre estará la tienda del ramo correspondiente.
Y sí, el champagne va bien con todo, menos con el bolsillo.
Blog escrito escuchando: Greatful Dead – Aoxomoxoa