No se crean las godellos que se encuentran en cualquier rincón. Se ha puesto de moda la variedad y ahora te lo venden en la primera barra que se abre como si fuera la mejor uva del mundo y es un vino ácido y mololiente. No es la variedad lo que importa, es la vinificación. En el mundo de la godello hay maravillas entre los que la respetan, los que la quieren y los que hacen vinos con el corazón sin importarles demasiado tener que sacar adelante las inversiones multinacionales. Hoy en día te puedes fiar más de jóvenes que están detrás de bodegas con historia que del aldeano que te vende duros a pesetas.
Esto es lo que hay detrás de este Val de Sil sobre lías del 2009. Primero un viticultor que pensó en la variedad en el siglo XIX y que para el principio del XX tenía plantadas una serie de parcelas de godello por unos suelos pizarrosos imposibles de Valdeorras (Ourense). Y tres generaciones después, unos jóvenes que ven con ilusión las posibilidades de un vino noble y con carácter. El resultado lo disfrutamos nosotros en el siglo XXI.
Sales a buscar minerales y están aquí porque este es un vino muy mineral, la pizarra está muy presente y lo untuoso del vino te hace disfrutar de él con elegancia, no pasa despapercibido. Pero hay algo que te descoloca en este vino: alguien, de repente, dice “hinojo” y, al mismo tiempo, piensas en “anís” y crees que encuentras toques de laurel, y piensas que es imposible que haya hierbas tan mediterráneas en un vino atlántico, a lo mejor estamos hablando de hierbas gallegas. ¿Qué más da si es divertido y me gusta por eso?
Es un final entretenido y sabes que se lo tienes que agradecer a un tal José Ramón Gayoso que hace un par de siglos plantó unas uvas que, más tarde, unos jóvenes románticos supieron sacarle partido. Lo que no sabe José Ramón es que su vino se vende a 9 euros, ni lo hubiera imaginado.
Blog escrito escuchando: Greg Allman – Low Country Blues