Placet es, afortunadamente, un proyecto personal de Alvaro Palacios, ese gran enólogo que, como hijo de su padre, supo tener la visión de una zona en Tarragona que iba a despuntar porque era capaz de guardar el gran secreto del vino en sus entrañas. Uno de los primeros en caer por el Priorato no sólo lo puso en el mapa sino que, desde el principio supo darle valor a esos vinos, aunque ese valor significara que algunos ni hemos podido acercarnos a sus vinos, no hemos tenido que conformar con sus hermanos pequeños.
La noticia es que Alvaro volvió a la bodega familiar para crear este blanco y haciendo las cosas como las hacía no podía hacer cualquier cosa. Se fijó en esa gran uva olvidada por los propios riojanos que es la viura y sin necesidad de embarcarse en aventuras prefiloxéricas ha sabido sacarle todo el partido a unas cepas de más de 20 años. Cuidando el viñedo, fermentando en barricas de roble sobre lías y guardando el vino otros 9 meses ha hecho un vino que sorprende desde el principio porque lo estás echando en la copa y parece aceite, es intenso y enseguida saltan aromas de campo abierto a las flores, es muy fresco y la boca sin embargo es seria y se abre hacia frutas blancas, peras y melones.
¿Por qué me gusta tanto este vino? Porque es serio, reflexivo pero se lleva muy bien con un atardecer tranquilo, una cena de las 8,30 o 9 de la noche de verano y permite una tertulia relajada. Y no es caro, sobre los 18 euros me parece una ganga, de verdad.
Blog escrito escuchando: Nicky Hopkins – The Tinman Was A Dreamer