El destino de Nicolasa ya lo conocemos, pero la vida sigue y hay costumbres que no se deben perder. Así que M y yo nos pusimos manos a la obra, que no debe ser tan dífícil, huevos buenos, espinaca, bechamel y un buen queso parmesano.
A M. la cocina se le da muy bien. Una bechamel en condiciones con su mantequilla y todo, los 200 gramos de expinacas hechas aparte. Todo mezcladito con su queso por encima y al horno. Aparte escalfamos los huevos (qué fácil es escalfar unos huevos frescos, recién pescados, me prohiben decir dónde los compro porque están fuera de la ley, pero lo que se recoge a las 6 de la mañana se vende al mediodía) y antes de servir en la mesa los colocamos en su lugar. Rematamos con unas tiras de jamón tostadito y curruscante.
Ni siquiera sé si José Juan los hacía así, seguro que no con tanta ilusión de ser la primera vez.
Beunísimos. Así que esa fue nuestra elección el domingo, tradicional a más no poder.
Blog escrito escuchando: Morente – BSO