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Iñigo Galatas

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¿Se merecen el premio?


A la vista está, les han dado el Premio Nacional de Gastronomía a dos de los nuestros así que, de entrada, ya los tienen en el zurrón. Y empiezan los dimes y diretes, y tendremos que leer muchas tonterías, porque seguro que alguien habrá que le haya escocido y lo tenga que decir.

A mi me gusta que a la gente le den premios y más cuando se lo merecen. Y ¿estos, se lo merecen?

Yo creo que sí. En el caso de Elena ahí está, al pie del cañón a diario, encima de cada plato que sale tanto del laboratorio como de la cocina, aprendiendo todos los días tanto de su padre como de los que la rodean, sabe ser humilde cuando lo tiene que ser, sabe preguntar y se ha puesto en la línea de salida para estar preparada cuando tenga que llevar las riendas de esa casa que espero que sea lo más tarde posible, le costará, pero estará preparada. Este premio es un reconocimiento no sólo a ella sino a toda la casa y no tanto como un centro de cocina, que para eso se lo dieron a su padre hace ya más de 35 años, sino como un centro de aprendizaje, el lugar donde ha aprendido una nueva generación de cocineros y Elena es la representación de todos ellos.

Joserra y yo tenemos nuestras desavenencias en cuanto al servicio de sala, él lo sabe y yo lo sé, intenta convencerme e incluso puede que algún día lo consiga, probablemente cuando me haga más mayor. En su caso es un premio más que merecido (fui yo el que lo propuso para el premio que le dimos este año en Ficoba), le ha dado estilo a Mugaritz, ha sabido transmitir la filosofía de la cocina, la forma de ser de Andoni Luis (Aduriz de segundo) y sin tonterías, lo ha sabido hacer asumiendo el estilo del restaurante como propio. Y que nadie se olvide que la segunda estrella, se dice, llega por el trabajo exquisito de la sala y eso se ha dado a partir de que entrara a trabajar Joserra en la casa. Pero hay más, este premio también es un homenaje al aprendizaje, a un estilo actual, más joven y que empieza con Tatus Fombellida, la que no sólo le enseñó a Joserra a dar los primeros pasos, sino quien le convenció que había toda una vida en torno a la sala de un restaurante y él no ha hecho más que saber sacar provecho de todo aquello que aprendió.

No sé si se lo merecen pero siempre diré aquello que me decía el bodeguero cuando le decían que su vino era el mejor del mundo: “No sé si será verdad pero me encanta oirlo.” A mi me encanta que les den premios a los amigos. Y me encanta dar la enhorabuena.

Blog escrito escuchando: Willie Nelson & Wynton Marsalis

gastronomia, restaurantes, vinos, recetas

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