A alguien le oi hablar de una cocina de contrastes pero va mucho más allá porque en cada ingrediente que Hilario utiliza para sus platos hay un momento de inspiración al lado de muchas horas de trabajo y así se consigue una cocina como la suya. Sí, hay muchos recuerdos pero porque es a él a quien le gusta recordar lo que hacía su madre, a ti te traslada en cada plato lo que debieron ser las comidas familiares llenas de aromas y de sabores, pero es que el resto del comedor con Eusebio al frente te traslada lo que debió ser el cariño y la hospitalidad de ese hogar. A nadie le extraña que siga siendo uno de los valores más seguros de Gipuzkoa.
Este es uno de los platos más refrescantes del verano: pan crujiente, anchoas (que me imagino que cambiará por otro pescado azul) eso que él llama ensalada y que es un prodigio de hierbas no ya mezcladas y aliñadas sino un alarde casi de tetris, y encima de todo esas láminas de Idiazabal.
Este es un huevo con tantas texturas que ni te lo crees, básicamente un huevo con patatas, pero nunca habrás probado algo parecido cuando llegas a romper el huevo en la salsa.
Y esto es una joya, una manita de cerdo, totalmente deshuesada, hecha como debe ser, a la antigua y al lado todo ese crujiente de orejas de cerdo sobre la ensalada. Quiero más, mucho más.
Blog escrito escuchando: Kenny Rogers – Sus grandes éxitos