Ese es el momento en que sabes que te encuentras con un gran personaje con las ideas muy claras a la hora de ponerse a hacer un vino. Tuvo la suerte de que se encontraran el hambre con las ganas de comer a finales de los 80 para hacer uno de los proyectos más diferenciados, más precisos y más centrados de la Rioja en estos últimos años. Bodegas Roda es, por encima de todo, una idea clara por hacer un vino que se distingue, que sea capaz de hablar y que sea capaz de transmitir, pero también capaz de escuchar, el vino de Roda no es más que un fiel reflejo de quien es su creador, Agustín Santaolaya es también así.
Nos paseó por el 94, 95, 01, 04 y 05 y cada uno tenía su personalidad, unos más austeros, otros más divertidos, cada uno según el año en el que le había tocado nacer, impresionante que el 94 todavía mantenga toda la fruta y la elegancia, increíble cómo se comporta el 95, pero es que el 01 está para tomarlo disfrutando de cada sorbo en silencio el 04 y el 05 son dos jóvenes todavía capaces de madurar pero que saben estar en sociedad con elegancia. Pero había algo detrás de esos vinos que decían algo más y eso es lo que encontramos todos, como si a cada uno se le hubiera transmitido el mismo secreto familiar que guarda hasta que llega el momento de contarlo y cada uno lo cuenta a su manera. Roda es un gran vino porque transmite una herencia, porque tiene un estilo propio y porque todos los años es un gran vino y eso no se hace por casualidad.
Blog escrito escuchando: Mike Manieri – Northern Lights