“Habláis mucho de la txistorra de Patxi Larrañaga, pero para lo que de verdad merece la pena hacer los kilómetros hasta su carnicería es por sus salchichas.” Y yo, que creo que sufro intolerancia por la salchcicha fresca, no se me ocurría ni asomarme a esas salchcichas con tan buena pinta. Pero tanto va el cántaro a la fuente que al final me atreví y me llevé una selección de salchcichas frescas, además de unas frankfurt y esas otras que no sé si se llaman weisswurst o bockwurst y que son las blancas.
Extraordinarias, oiga. Las hice como me dijo, sobre una plancha (sartén) a baja temperatura, que la piel se tueste bien y, así, cuando te las metes en la boca revientan con todo su sabor. Las tiene de todos los estilos y maneras, desde las que son más tradicionales hasta sus propios inventos como por ejemplo una con queso (un queso azul que le va a las mil maravillas) o esa otra con foie, con hierbas, con pimienta y, por supuesto, la rareza con chipirones. La frankfurt y la blanca son muy finas, sin sabores que atacan al paladar, todo como muy equilibrado. Y, por encima de todo, no repiten a la media hora, prueba de que la carne es buena y que está bien tratada.
Es época de barbacoas, de cenas ligeras, de fiestas sin complicaciones y unas salchichas son una buena solución, pero ponle un poco de cariño, las del super estarán bien para una emergencia, si realmente quieres quedar bien vete al carnicero de confianza que sabes que las hace bien. En este caso la recomendación son las de Patxi Larrañaga en Lasarte.
Blog escrito escuchando: The Gift – Explode