Es lo que tienen los sitios conocidos, no hay sopresas, ¿quieres ir a lo seguro?, entonces no tengas dudas pero si lo que quieres es “descubrir”, saber que estás vivo, encontrarte con la juventud, entonces no tengas ninguna duda, este es el lugar al que debes ir.
Sin tonterías, La Madame es un restaurante/bar de copas que acaba de abrir en San Sebastián, donde la calle San Bartolomé se junta con la Concha y hemos tenido la suerte de que es un proyecto montado de manera caprichosa por una gente con una enorme experiencia detrás, hemos tenido la suerte de que Maite Sabadell (hija) se encontrara con Kevin Patricio un cocinero americano (con ascendencia filipina, como lo son siempre los mejores) y le convenciera de que en San Sebastián se vive muy bien. Así que se han instalado y se han puesto manos a la obra para sacar adelante un proyecto que en cocina creo que va a ser único.
Kevin no sólo es un gran cocinero sino que se le ve obsesionado por hacer las cosas bien, no se conforma con hacer las cosas de una manera y en una dirección, es inquieto y no le vale el triunfo fácil, pero ante todo tiene buen gusto por las cosas y sabe rodearse de un equipo único, por eso la mejor decisión ha sido contar como mano derecha con Lucho Carrión a quien conocí en el Ibaiondo y que ya entonces me pareció un lujo que estuviera entre nosotros semejante cocinero, una persona que entiende la palabra “fusión” desde la base de una cocina tradicional bien hecha.
Haciendo un equipo compacto entre ambos presentan una carta llena de imaginación y locuras, unas gustarán más que otras, pero de lo que no cabe duda es de que sorprende:
El ejemplo más claro son estas croquetas de aguacate crujientes y muy diferentes.
Esta es la ensalada de sandía, tomate y queso feta. Dulce, ácido, cremoso, Muchas sensaciones. Una auténtica delicia refrescante.
Ha vuelto a aparecer en nuestras vidas el extraordinario steak tartar de Lucho.
Y ese plato que es la culminación de la fusión: las costillas locales, la manera de hacer americana y ese arroz tostado con una salsa que hace que todo renga un aire campestre. Dirty sticky rice lo llaman y es una delicia.
Y EL POSTRE, así, con mayúsculas porque, a pesar de ser una solemne sencillez en sí misma, está buenísimo, buñuelos calientes (la masa de donut ligero), la nocilla de toda la vida y a untar.
Lo mejor, el precio, los segundos platos rondan los 15 euros, los primeros, evidentemente, menos. por lo que puedes salir a buen precio si sabes compartir primeros y te tomas a solas el segundo.
También sorprende la carta de vinos con referencias que no se encuentran en todos los sitios (tienen esa joya que es el Habla de Extremadura) y a muy buen precio. Lo peor, los champagnes, aburrido (y malo) como lo es el de siempre.
El servicio es desenfadado y eficaz, muy profesional, marca de la casa y del hecho de que Maite ha estado en Daniels un tres esptrellas Michelín en Nueva York.
Otra cosa que también sorprende no sé si para bien, es el mobiliario ligeramente incómodo si te tocan las sillas sin respaldo. Me imagino que será imprescindible para que la gente se vaya moviendo.
Se recomienda ir temprano para no coincidir con la transformación en local de copas con cocktails también imaginativos y es que Kevin es un tío que al que le gusta rematar los detalles.
Blog escrito escuchando: Blue October – Any Man in America