Y sigo con la cruzada en favor de los vinos rosados. Ya lo dijo alguien, si no se beben más rosados es porque cuando lo pides por ahí, no hay nada decente. Por eso esta pelea para que se conozcan más rosados y buenos, en el mejor año posible porque la añada ha sido de las memorables y las bodegas necesitan sacar el vino al mercado.

Uno de los grandes ahora se llama Fincas de Unzu y es que cuando alguien ha nacido haciendo vinos sólo puede hacerlos de una manera: bien. Y cuando en tus venas corre rosado me imagino que todo te sale con mucha naturalidad. Y nos encontramos que un tal Julián Chivite, se pone a hacer vinos por su cuenta y resulta que es el gran Julián Chivite, hijo de quien prácticamente “inventó” el rosado de calidad en este pais. Por eso este vino es tan especial, tan lleno de frutas por todas partes que parece un zumo intenso de fresas y, al final, muy al final, llegan unos anisados que hacen que el vino tenga interés, le da madurez. Lo mejor es que su creador ha querido escapar de la garnacha clásica de la tierra navarra y ha puesto más merlot en este vino que le da redondez y le marca la diferencia. Y es que lo mejor de este vino es que es diferente.

Yo diría que es el vino perfecto para el verano, para una comida al aire libre, para esos momentos en que quieres que las cosas se vean de otra manera, porque estás harto de lo que cuentan a tu alrededor y lo quieres pasarlo bien. Esos son los momentos en que te tienen que coger con una copa de este vino en las manos.

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