No tiene que ver con asuntos sexuales, que en eso los hosteleros pueden hacer lo que quieran, además yo no entiendo de esas cosas así que cualquier recomendación al respecto no serviría de mucho.

Son cuestiones de marketing y en esta ocasión se trata de la actitud frente al cliente. Y es que corriendo los tiempos que corren no vale con ser amable sino que uno debe ser activamente amable. Para ser gráfico diría que no vale con que te vengan a saludar sino que hace falta sacar la mano de la barra para ir en busca del saludo.

Valgan dos ejemplos. El primero me lo contó un amigo. Se dejó olvidada una bolsa después de comer. Salió del local tan tranquilo y no habían pasado ni cinco minutos cuando recibió una llamada en su móvil para decirle que se habia dejado la bolsa y que supiera que la tenían guardada. Como bien decia este amigo “se tomaron la molestia de ver el libro de reservas, ver de qué reserva se trataba, coger el número y llamar para que estuviera tranquilo.” Esa es claramente una actitud activa de atención al cliente. La otra, la habitual, la pasiva, es muy clara, como mucho la bolsa queda guardada y si te acuerdas ya irás a por ella. Y si no te acuerdas hasta mucho más tarde vete a saber si puedes volver al restaurante (ya has cogido el tren de vuelta a casa). Eso si tienes suerte de que aún esté.

El otro ejemplo trata de un hostelero joven que hace la cosa más sencilla de cuantas se pueden hacer, que es aprovecharse de las nuevas tecnologias para sus clientes. Este chico hace menus del día como han hecho todos para sobrevivir. Menú bueno, a buen precio. Hasta aquí todo normal.  Hay muchos que lo hacen pero la gran diferencia es que este joven cocinero lleva algunos años recopilando correos electrónicos de quienes pasan por el restaurante, clientes que ya saben lo que hace y cómo lo hace. Todas las semanas envía correos a todas sus direcciones para que conozcan el nuevo menú. Las ventajas son claras, pero entre otras habla con quien ya le conoce. Eso es ser activo frente al cliente. La otra, la habitual, la pasiva es sacar una pizarra, pegar un papel en la puerta y esperar a que vengan y, por supuesto, quejarse de que no entran.

El otro día me atendió un camarero (incluso me cobró) viendo un partido por la tele, ni siquiera me miró a la cara y no, no era un partido de la Real.

Gandarias y Astlehena son los dos primeros y, hasta lo que yo sé, no lo están pasando tan mal en estos tiempos de crisis. Pues eso, que se puede salir adelante si se pone toda la carne en el asador, aunque la carne no sea de división de honor.

En twitter: @guiabuenamesa