A veces pienso que somos un país acomplejado. Os estareis preguntando porqué digo esto. Muy sencillo, cuando uno está seguro de sí mismo no le hace falta mirar a ver que lleva puesto el vecino, que coche se ha comprado o a donde va de vacaciones. Llevo un tempo pensando que somos el vecino envidioso e inseguro que piensa que lo suyo es peor y que para ser mejor hay que copiar, la envidia en estado puro.
El caso es que es una guerra perdida, me he dado cuenta hoy al entrar en el cole de mi hija y encontrarme de narices con calabazas y calaveras colgando de paredes y techos. Mi pequeña, que tan solo tiene 3 añitos sin cumplir, entraba encantada diciendome que había una fiesta. ¿Les explicarán de dónde viene esta tradición o simplemente nos limitamos a meterla con calzador?
Me temo que la segunda opción es la que esta sucediendo ahora mismo. Son cosas que no llego a entender, no tengo capacidad para asimilar la cada vez mas instaurada fiesta de Halloween. Bares y discotecas engalanadas para la ocasión y olvidandonos que Halloween para nosotros solo existía en las peliculas americanas. La fiesta del 1 de Noviembre siempre ha sido la fiesta de Todos los Santos, donde las personas de bien, en su gran mayoría de las que no pisan el cementerio en todo el año, llevan flores a sus seres queridos que ya no están. Siempre he intentado evitar ir ese día al cementerio, para mi un lugar respetuoso donde un día como éste se convierte en un despelote de niños jugando de aqui para allá.
El caso que mis recuerdos son de flores, comida familiar y buñuelos de postre. Voy asimilando que mi pequeña tendrá otros recuerdos, espero que en unos años no veamos a otro vecino con una fiesta mas molona y cambiemos de camisa otra vez. Y ahora me asalta una pregunta, ¿para cuándo celebraremos acción de gracias?
BUÑUELOS DE VIENTO.
INGREDIENTES:
4 huevos
80 gr de manteca
15 gr de ázucar
Ralladura de medio limón
110 gr de harina
150 gr de agua
55 gr de leche
Pizca de sal
AOVE
Azucar glas
Nata montada para rellenar (opcional)
INSTRUCCIONES:
Pondremos el agua, la leche, la pizca de sal, la ralladura de limón y la manteca al fuego. Cuando coja el primer hervor bajaremos el fuego y añadiremos la harina. Se formará una masa muy espesa, casi ni podremos remover pero hay que cocinarla durante unos minutos para que se cocine la harina. A continuación retiraremos del fuego e iremos añadiendo los huevos uno a uno, sin parar de remover. Hasta que veamos que el primer huevo no esta integrado no añadiremos el siguiente. Obtendremos una masa suave y homogenea, la meteremos en una manga o la manipularemos con dos cucharas.
Freiremos en abundante aceite caliente, echando pequeñas porciones porque la masa se hincha mucho. Con una espumadera las moveremos continuamente para que se frían bien por todos lados, los freiremos durante unos minutos a fuego medio para que se hagan bien. Sacaremos a un plato con papel de cocina para quitar el excedente de grasa. Podemos comerlos así mismo espolvoreando azucar glas o rellenarlos de crema o nata. Mis preferidos rellenos de nata.
¡Buen provecho! On egin!