Vivimos en una región en la que se “cuida” mucha que los niños hagan deporte de una forma “deportiva”, que no se cree mala competitividad entre los niños y que todos realicen algún deporte.
Pero ¿qué pasa con aquellos que saben lo qué quieren hacer y dónde lo quieren hacer? Os puedo asegurar que estos niños lo tienen muy difícil, sobre todo si uno de sus deportes es el deporte “rey”, el fútbol.
Me parece muy bien que nuestros políticos se preocupen de que nuestra juventud sea sana y mantenga hábitos de juego sanos. ¿Pero quienes son ellos para decidir dónde tienen qué hacerlo?
Me toca muy de cerca, pero no quiero centrarme en este caso, aunque creo que se debería tener en cuenta, ya que estoy segura que no es el único caso y que es muy injusto. Conozco un niño… que entrena desde los seis años en el deporte que se vive en su familia. Un deporte que le gusta, en el que su padre sigue jugando y gracias al cual la familia entera se relaciona con mucha gente, con todo lo que esto implica: transmitir valores, amistades y acontecimientos varios… Por otra parte, también entrena en un equipo de fútbol, juego que gusta a la mayoría de los niños, y que encima, por sus características, no se le da mal. Por lo que, realizando sus dos grandes aficiones, sin dejar sus estudios al margen, en los que también se involucra como él sabe hacerlo en todo, con mucha responsabilidad, le ha tocado vivir esta ley del deporte.
Resulta, que para poder jugar en los equipos que él y sólo él ha decidido y en los que se siente muy a gusto, tiene la obligación de jugar en el equipo de su colegio. Por supuesto, juega con sus amigos de siempre, y por su carácter se siente también responsable de hacerlo bien y de no faltar a ninguno de los entrenamientos y de dar de sí mismo lo mejor en cada partido. Pero mi pregunta es ¿De verdad vale la pena pedir tanto sacrificio cada semana un niño porque se cumpla la ley del deporte? ¿No sería más justo que esta ley se empeñara en qué practicaran deporte aquellos niños que no practican ninguno y no los que ya han elegido dónde hacerlo? Creo que también debiera haber una ley donde se defendieran los derechos de cada niño a decidir lo qué quiere hacer sin que ningún programa informático se lo impidiera. Esto lo digo porque existe este programa, en el cual si el responsable de cada centro académico no le da de alta, no se le puede convocar para participar en los partidos que los entrenadores que él ha elegido le puedan poner.
En este blog hablo como coach, y puedo asegurar, que no es humano lo que se les pide a estos niños, ni los valores que se les enseña, tan sólo para que sus padres se vean obligados a pagar una cuota más de deporte, y esto es lo de menos.
A estos niños les supone en muchos casos tener más entrenamientos a la semana de lo que pueden soportar, menos horas de estudio, y lo peor de todo un sacrificio respecto a la responsabilidad que tienen que asumir en cada apartado de su vida. Espero que alguien tome nota de esto.