Hace unos días me encontré con una situación que no entendí muy bien, el líder de un equipo no creía en su grupo, sin embargo, parece ser, quería que este tuviera los mejores resultados, sin confiar en él.
¿Cómo podemos aspirar en querer que algo ocurra cuando no sentimos que eso puede suceder? Da lo mismo si se trata de un equipo que lideramos, de una actitud que mantenemos o de un hecho que queremos que ocurra? Ante todo y por todo, para que se dé tenemos que pensar que puede hacerse, ponernos en marcha en ello, en actitud de hacerlo y poner todo lo que podamos para lograrlo.
Cuando el líder cree que no es posible, sin querer, se lo transmite al grupo, a su ser, y estos lo recogen. Sé que no significa que aunque lo crea directamente lo vayan a conseguir, pero lo que está claro, es que si no lo cree seguro que les resulta más difícil lograrlo, a no ser de que el equipo se revuelva y haga todo lo contrario para luchar por su objetivo. Desde luego, en este último caso, el líder ha dejado de serlo, da lo mismo si se trata del responsable de un equipo, del entrenador de una selección o del amigo al que todos siguen.
Normalmente, el líder lo es porque tiene algo que enseñar al resto, pueden ser conocimientos, cualidades o la actitud correcta para conseguir el logro. Si esta persona no siente que su grupo puede hacerse con estas habilidades, lo transmitirá, aunque no sea consciente de ello, incluso creyendo que está haciéndoles llegar su conocimiento, lo que verdaderamente les llega es la poca confianza que siente por el grupo. Cuando la persona lo recibe, su desánimo se acentúa, ya que si en algún momento ha sentido dudas, estas se van a ver acrecentadas y confirmadas por el líder.
Por todo esto, pido mucho respeto a quienes toman el compromiso de liderar cualquier equipo de trabajo. Sé, por mi experiencia con las empresas, que muchas personas sienten esta responsabilidad de forma muy consciente cuando ascienden en su trabajo y se ven en el papel de liderar un grupo, pero también es verdad, que otras veces, el responsable no es consciente de lo que sus palabras o acciones representan en los demás miembros, originando conflictos tanto laborales como personales. Por supuesto, cada uno es responsable de cómo le afectan las situaciones, pero recordemos que también somos responsables de lo que nuestras palabras u acciones puedan originar en la otra persona.