Tenemos una naturaleza que nos impulsa a preguntarnos el porqué de las cosas, la curiosidad nos lleva a hacernos y hacer muchas preguntas, y tener muchos “porqués” en la cabeza, algo que nos mantiene despiertos y nos hace aprender de las cosas y situaciones que nos interesan. Por lo tanto, hacernos estas preguntas es bueno, el problema comienza cuando queremos solucionar un problema o afrontar una situación. El por qué puede convertirse en un enredo que nos lleva a la auto-justificación, no saber salir del pasado o no poder definir lo que necesitamos para avanzar.
Es, en este momento, en el que nos debemos hacer otra pregunta mucho más dinámica: ¿Para qué?
Si estamos ante una realidad de la que no sabemos cómo salir, y nos liamos literalmente, en decir que nos ha llevado a esa situación, el por qué, podemos estar mucho tiempo dando explicaciones que no nos llevan a ningún sitio, mientras que si nos preguntamos ¿Para qué nos sirve lo ocurrido y para qué hacemos lo que estamos realizando?, automáticamente, nos va a poner en acción, en pensar qué es lo que tenemos que hacer o hacia donde queremos dirigirnos.
Esto mismo, se puede aplicar a cualquier aspecto de nuestra vida, desde una conversación con un hijo, como a un problema empresarial. A dónde nos lleva lo que estamos haciendo y lo que podemos hacer.
Por este motivo, cuando alguien se encuentra en un debate sin salida, esta es una buena opción, que nos permite enco
ntrar la puerta por la que acceder a nuestro objetivo, y hacer reflexionar a la persona sobre lo que hasta ese momento está haciendo. Para ser más clara, cuando tenemos una discusión con un hijo empeñado en algo que no entendemos y que consideramos que puede equivocarse, abrirle esta alternativa, hace que no se atrinchere en sus excusas y que tenga que defender una nueva perspectiva, lo que puede abrirnos los ojos tanto a ellos, como a los padres, considerando nuevos aspectos y pudiendo tomar mejores soluciones.
En el tema empresarial, ocurre lo mismo. Es importante saber qué es lo que nos ha llevado a la situación actual que queremos mejorar, pero el para qué nos va a ofrecer la posibilidad de considerar las diferentes salidas que podemos tener en cuenta para lograr el objetivo del departamento o de la empresa, en su conjunto.
Por lo tanto, no nos enredemos en los porqués y comencemos a avanzar con los para qués.