Llevo mucho tiempo quejándome de la dependencia que tienen mis hijos con el móvil, intentando que sean capaces de pasar varias horas, incluso días, sin estar conectados, y que aprendan a vivir sin tener la necesidad de tener un teléfono conectado. Ellos, por supuesto, alegan que lo necesitan para hacer muchas tareas cotidianas como por ejemplo, despertarse a la hora, saber qué tiempo va a hacer para elegir la ropa del día, preguntar las dudas sobre los deberes o saber qué van a hacer sus amigos para poder quedar. Durante mucho tiempo, he insistido en que nosotros, los de mi generación, éramos capaces de hacer todas esas cosas sin necesidad de estar continuamente conectados a un dispositivo, por lo tanto, ellos también deberían hacerlo, y me parecía oportuno que aprendieran a utilizar otros recursos para no tener que depender de nada cuando necesiten hacer lo que quieran.
Sin embargo, hace unos días, y coincidiendo con un viaje, primero me quedé sin conectividad, lo que me impedía estar en contacto con mi familia y mis clientes, y luego se me bloqueó el teléfono, con lo que no podía hacer nada, más que esperar que no fuera nada grave y no perder toda la información que había almacenado en los últimos días. Tengo que reconocer que lo pasé mal, primero por no poder conectar directamente con mis hijos y mi trabajo, y luego porque me sentí indefensa ante no disponer de toda la información a la que una persona es capaz de acceder gracias a un smartphone, sobre todo encontrándome en un lugar desconocido. Por lo tanto, he tenido que reconocer que yo soy la primera persona que es dependiente de un teléfono móvil y de todo lo que este te ofrece. Tengo que agradecer que en un momento se me hubiera ocurrido imprimir los billetes, ya que no sé muy bien cómo hubiera podido viajar sin tener el localizador de la reserva.
También reconozco, que me ha venido muy bien poder estar desconectada de todo durante unos días para poder descansar de verdad, sin preocuparme por tener que contestar ciertos emails o whatsapp, o pendiente de lo que ocurre en el mundo a todas horas. He podido desconectar y centrarme en estos días, en lo que estaba haciendo y en las personas con las que compartía estos momentos, pudiendo divertirme enormemente. Por supuesto, gracias al móvil de mi pareja, pude saber de mis hijos, pero también pude desconectar de todo lo demás, por lo tanto seguiré insistiendo en que mis hijos aprendan a saber vivir un tiempo sin su móvil.