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Ainhoa Cilveti

El trampolín de tu vida

Sala de espera

Hace unos días tuve la oportunidad de tener que estar en una sala de espera mucho tiempo, y aunque esto es algo bastante desesperante y tedioso, también me sirvió para hacer ciertas reflexiones. Al ser la sala destinada a renovar el carnet y el pasaporte, estábamos todo tipo de personas muy diferentes, y como tuve que esperar mucho, a pesar de la cita previa, me dio tiempo a fijarme en lo que ocurría a mi alrededor, que por cierto, es una de mis actividades favoritas.

Por de pronto, pude comprobar que la máquina para coger número de espera no estaba colocada en el sitio más previsible, ya que todo el mundo, y en este caso no exagero,  se iba hacia otra máquina a coger el papelito. ¿Quién habrá sido la mente pensante en colocar las máquinas en esta disposición equivocando a los usuarios? Hay que tener en cuenta, que va mucha gente mayor, que no está muy  familiarizada con ciertas máquinas y que si se equivoca se ve obligada a esperar más.

Por otro lado, como he dicho antes, aunque estuviéramos ahí tan sólo por dos motivos, somos muy diferentes y con historias muy diversas, y esto es lo que me gusta de estos sitios, y como en este caso, lo que me ayudó a entretenerme en los tres cuartos de hora que tuvimos que esperar. Me llamó la atención la de bebes que había, algo que siempre me llena de ternura, y como pude comprobar a mi alrededor, también a las otras personas, ya que es raro el que no sonríe ante un niño de pocos meses. Claro está, no es tan raro, ya que la obligación de llevar el carnet de identidad en vigor es para todos, también para las mujeres que acaban de ser madres, y aquí sí que no hay guarderías para dejar a los niños mientras gestionas el papeleo…

Respecto a los que más nos tocó esperar, que éramos los del pasaporte, imagino que la mayoría estábamos porque lo necesitamos para salir al extranjero por diversas razones. Una que pude escuchar era por motivos laborales. Se refería a alguien que tenía que salir de ruta ese mismo día y necesitaba un permiso para poderse hacer en el momento el pasaporte. Imagino que sería trasportista, que iba a realizar un recorrido no habitual, y que necesitaba el trabajo, quien sabe si era una oportunidad para un futuro. Le pedían que llevara un escrito en donde se explicara la ruta y la razón de la premura para esta petición. No sé cómo terminó la cosa, pero espero que lo pudiera solucionar. Al final, este tiempo de espera me sirvió para empatizar con las vidas de los desconocidos que me rodeaban.

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