En los últimos días hemos sido testigos de muchas humillaciones causadas a personas necesitadas por parte de algunos hinchas del fútbol. Empezó en Madrid por parte de unos seguidores holandeses, pero en poco tiempo, hemos visto estas imágenes repetidas en otras ciudades, y cada vez, las escenas son más grotescas y humillantes. Por supuesto, no vamos a pensar que todos los que siguen a sus equipos hacen lo mismo, pero es curioso el deseo de copiar y superar estas “hazañas, hasta llegar a orinarse encima de una mujer que se agachaba a recoger una limosna que se le había echado al suelo, por cierto, muy cerca del Vaticano.
Los clubs se afanan en decir que van a identificar a estos individuos para no dejarles entrar más en sus estadios, pero mi pregunta es si esto es suficiente. Por supuesto, imagino que esta situación ha dado pie a muchas conversaciones en las familias para tratar de transmitir los valores que la mayoría queremos ofrecer a nuestros hijos, y sobre todo, lo que bajo ningún concepto se puede hacer. El exceso de alcohol no es ninguna excusa, y mucho menos las ganas de diversión que pueden tener un grupo de amigos antes de un partido importante. Empiezo a pensar, que es algo más profundo e inquietante que está ocurriendo en nuestra sociedad, ya que estos hechos no ocurren en sitios alejados o escondidos, sino a pleno día y en zonas muy transitadas. ¿Qué puede hacer que alguien se atreva a hacer una cosa así ante los ojos de todo el mundo? ¿Qué hemos hecho mal para que ellos no se sientan cuestionados, e incluso consideren que sus “gracias” pueden compartirlas los transeúntes?
Lo que más me inquieta es que parece ser un hábito contagioso, y que lo que ha salido en todos los medios de comunicación, incluyendo redes sociales, que es el medio estrella hoy en día, en lugar de convertirse en algo despreciable, es como si los seguidores del club de turno que juega al día siguiente tuviera que superarlo.
Por supuesto, imagino que la mayoría de nosotros estamos en contra de estos actos, pero vuelvo a reiterar la preocupación que esto me causa, ya que no puedo dejar de pensar en las madres y padres de los “tíos” que aparecen en esos vídeos, los cuales son muy identificables y en cómo se deben estar sintiendo.