El otro día escuchaba a una reputada psicóloga que ser feliz consigue que la presión arterial disminuya, lo que nos ayuda a tener mejor salud. Parece, como si con sólo este dato uno debe esforzarse en ser feliz, porque desde luego, lo que ya no se discute es que la felicidad depende de nuestra actitud y de cómo queramos aceptar los acontecimientos y de la respuesta que hacia estos tengamos. Por supuesto, habrá situaciones que nos cueste más afrontar de forma positiva, pero al final, somos nosotros quienes decidimos con nuestra voluntad nuestro grado de felicidad.
Lo que me dejó un poco desconcertada de la entrevista, es que parece que tenga que convencernos con una razón objetiva el que tratemos de ser felices, y no lo digo como una posición negativa hacia la psicóloga, sino hacia los oyentes, a los que nos tienen que vender el por qué debemos esforzarnos por nuestro propio bien.
Considero, que lo más importante de ser feliz es precisamente esto: “Ser”, que no sería necesario que nos tuvieran que convencer para que tengamos una actitud positiva diciéndonos que además es beneficioso para nuestra salud, que el sólo hecho de vivir de forma positiva y disfrutando de lo que tenemos es más que importante para concentrarnos en ello.
Si nos preguntan si queremos ser felices, creo que todos vamos a contestar que por supuesto, pero nos cuesta ponernos en acción para conseguirlo, o al menos, complicamos mucho cómo hacerlo. Por una parte, nos cuesta darnos cuenta de lo que verdaderamente es importante para ser felices, que para cada uno significará una serie de cosas o de actitudes diferentes. De lo que sí podemos estar seguros, es que ser felices y ser coherentes va muy ligado, y esta coherencia nos puede dar una pista de lo que necesitamos para lograrlo.
Por otra parte, tendemos a boicotear nuestra propia felicidad, ya que nos suele producir vértigo el poder sentirnos bien. Tendemos a pensar que algo malo va a pasar, que no nos lo merecemos, o simplemente que la felicidad es algo inalcanzable. Pero no es así, podemos aprender a sentirnos bien sin sentirnos culpables por ello y aceptar que nos lo merecemos al igual que aprendemos a querernos. Probablemente, este es el primer paso en muchos casos para ser felices, querernos a nosotros mismos.