A veces, por una idea errónea del romanticismo, creemos que la persona que tenemos enfrente sabe lo qué queremos, lo que sentimos o lo que necesitamos, y debe ofrecérnoslo sin decir nosotros nada, por simple deducción. Pero, ¿de verdad pensamos que la persona que tenemos junto a nosotros tiene poderes? Ya que es lo que debería tener para poder saciar todas nuestras necesidades sin tener que decirle nada.
Aunque parezca algo obvio, en la realidad actuamos de forma confusa por pensar que sin decir lo que queremos, la otra persona debe saberlo. A veces, incluso puede ocurrir que quien de tanto esperamos le cueste expresar sus sentimientos, ya que no todos tenemos la misma capacidad para hacerlo, ni lo hacemos de la misma forma, y al no contar nuestros deseos o emociones, le es más difícil aprender a transmitir lo que nosotros queremos recibir. Debemos ser conscientes, que se trata de un acto de comunicación, y por lo tanto, de alguna forma debemos ser capaces de expresar lo que queremos para así ayudar a la otra persona a reconocer lo que pedimos, a la vez que también le ayudamos a saber transmitirlo.
¿Cuántas veces hemos pretendido que los de nuestro alrededor sepan lo que nos pasa a la vez que decimos que no nos pasa nada? Es un contrasentido, pero queremos que lo resuelvan y además, que lo hagan de la forma acertada. ¿Qué idea equivocada tenemos en nuestras cabezas para no ser conscientes que cuanto más facilitemos la comunicación más fluida va a ser esta? Si ya nos cuesta relacionarnos y comunicarnos efectivamente cuando decimos las cosas claras, como para pretender lograrlo sin decir nada o mandando mensajes contradictorios. Además, a esto hay que añadir que no todos sabemos expresar de igual manera nuestros sentimientos, por lo que si queremos que con nosotros lo hagan de una determinada manera, no sólo debemos comunicarlo, sino también mostrar cómo hacerlo con nuestro propio ejemplo. Si queremos que alguien nos trate con cariño, debemos comenzar ofreciendo este cariño, y si necesitamos que alguien nos cuente sus preocupaciones o inquietudes, nosotros también debemos hacerle saber las nuestras, ya que de esta forma le resultará más fácil abrirse a lo que queremos.