El otro día una persona me comentaba la necesidad que sentía a veces de limpiar cuando notaba que algo no marchaba bien en su vida y antes de pensar en una forma de cambiar. Igual que hay personas que cuando necesitan un cambio se van a la peluquería a transformarse el peinado, o quienes salen a comprarse algo nuevo para sentirse mejor, limpiar nos ayuda a sentir que “purificamos” nuestro entorno y que podemos volver a comenzar para modificar ese aspecto que no nos está gustando en nuestra vida.
Por supuesto estamos hablando de limpiar espacios que están normalmente sucios, es decir, en los que no se necesita una gran limpieza, aunque esta la hagamos más a fondo de lo que normalmente lo hacemos. Limpiar nos permite:
Como podréis comprobar hasta este momento tener la necesidad de limpiar es algo positivo, pero, hasta cierto límite, es decir, sin quedarnos en este paso y convirtiéndolo en una excusa para no seguir adelante. Tener un entorno limpio facilita encontrarnos bien y cómodos, y por lo tanto, nos favorece a la hora de realizar nuestros objetivos, pero no debemos utilizar como pretexto el tener que empezar limpiando todo para comenzar con los primeros pasos de nuestro propósito a cambiar. Una vez hemos realizado esa primera limpieza a fondo, podemos utilizar un tiempo más limitado que nos permita mantener el espacio limpio y nos deje tiempo suficiente para realizar los cambios oportunos. Al final, lo que nos va a hacer sentir bien va a ser realizar esos cambios de los que hablábamos al principio y lo que nos lleva a sentir esa necesidad de limpiar o hacer otras cosas, es decir terminar con aquello que nos lleva a estar mal y hacer lo necesario para cambiarlo.