Hay momentos que nos vamos cargando de trabajo, y poco a poco, sin poder o sin saber decir que no, vamos acumulando tareas y obligaciones sin darnos cuenta que nos estamos sobrepasando. Como somos personas capaces y que consideramos que tenemos que hacer todo lo que nos caiga encima, vamos aguantando esperando que pase el tiempo sin dejar de hacer esas tareas que hemos ido acumulando pensando que la situación pronto terminará y desgastándonos cada vez más. Puede incluso que nuestro cuerpo comience a dar señales de agotamiento en forma de contracturas, catarros, problemas en la piel o diversas enfermedades que nos indican que debemos escucharle y parar. Pero como pensamos que nuestra obligación es ser súper -hombres o súper -mujeres y continuar con todo sin desfallecer, continuamos hasta terminar con todo.
El problema no es sólo lo que nos pueda pasar por el camino, es decir, sufrir de estrés y de cualquiera de las consecuencias graves que derivan de este, sino el desgaste psicológico que no acarrea, y que vacía nuestro ánimo, nuestra motivación y nuestra capacidad de reacción, dejándonos huecos por dentro y con la sensación de no saber por dónde continuar. En estos momentos, cualquier insignificancia se nos convierte en un gran problema, porque además de nuestro agotamiento anímico y físico, nos cuesta ver las posibles soluciones que pueda haber, haciendo que el ambiente sea cada vez más agobiante.
Por este motivo, debemos saber parar, quizá cuando la situación nos lo permita o cuando nosotros lo decidamos, y parar del todo si es necesario, sin sentirnos mal ni culpables por ello. Y parar el tiempo que sea preciso, el que necesitemos para volver a cargarnos de fuerza y volver a sentir que las ideas surgen en nuestra cabeza y que sentimos que tenemos fuerza física para acometer las tareas que queramos hacer, sin parecer que nos vamos arrastrando por el camino. Dependiendo del tiempo de sobresfuerzo que hayamos soportado, el tiempo de recuperación será mayor, y es importante aceptarlo y esperar el tiempo requerido para poder volver a estar en forma y a disfrutar de todo lo que la vida nos depare, porque cuando uno está cansado hasta disfrutar nos cuesta. Por este motivo, y porque nos merecemos pasarlo bien, cuando nos agotamos debemos descansar para poder continuar.