Cada año solemos estar deseando que llegue el verano para poder disfrutar de días más largos, del buen tiempo y de las vacaciones, y este año además, porque esperamos comenzar una nueva etapa. Se supone que a partir de mediados de este verano podremos alcanzar la “inmunidad de rebaño”, lo que promete que podamos pasar a una nueva etapa de la situación de la pandemia que estamos viviendo.
Llevamos más de un año con todo el planeta paralizado por un virus que no vimos llegar y que tanto daño ha causado. Pero poco a poco, al menos en nuestro mundo occidental, podemos ver una luz de esperanza para salir de esta catástrofe. Si hace dos años nos hubieran dicho lo que íbamos a vivir en unos meses no hubiéramos sido capaces de creerlo, pero lo hemos vivido, acarreando graves consecuencias a todos los niveles en la mayoría de nosotros, y ahora empezamos a ser conscientes de las derivaciones personales de estas implicaciones.
El ser humano es muy resistente, muchas veces somos más capaces y fuertes de lo que pensamos, y en los momentos duros soportamos estoicamente las crisis. Pero a medida que la situación se va relajando, vamos tomando conciencia del estrés soportado, y empezamos a sentir las consecuencias del mismo, por esto es tan crucial este momento. Ahora es cuando debemos cuidarnos y querernos, y aceptar que hayamos podido soportar más de lo que esperábamos y que ha causado mella en nuestro estado anímico. Parece que la situación nos lleva a querer volver cuanto antes a la vida de antes, a los excesos y la alegría sin límite, porque bastantes restricciones hemos tenido en el último año. Pero dejemos que cada uno vuelva a esta normalidad a su ritmo, haciendo aquello que le pida su cuerpo y su espíritu, e incluso pasando el duelo de todo lo vivido y soportado porque, aunque no hayamos tenido ningún fallecimiento en nuestro entorno, la propia situación y la merma de libertad también nos provoca una etapa de duelo.
Por todo esto, abracemos el verano con esperanza y alegría, pero al ritmo que necesitemos, aprovechando la energía que el sol y la luz nos proporcionan, y los días de vacaciones para disfrutar de los seres queridos. Tener días libres nos facilita poder hacerlo de forma más relajada y por más tiempo, aprovechando para recuperarnos y fortalecer nuestro ánimo y nuestro cuerpo.