Cuando lo único que puedes hacer es esperar la paciencia es la mejor cualidad que podemos tener, pero no siempre nos resulta fácil ponerla en práctica. Hay personas que por naturaleza son más calmadas y a las que les cuesta menos esperar pacientemente, pero los que necesitamos la acción para sentirnos útiles, esperar nos desespera. Parece un juego de palabras, pero no todos estamos hechos para sentarnos y ver cómo pasa el tiempo sin poder hacer nada. Necesitamos creernos útiles y pensamos que la única forma de conseguirlo es haciendo algo, lo que sea, aunque a veces sea quejarnos, algo con lo que sólo conseguimos ponernos más nerviosos, pero quedarnos quietos no entra dentro de nuestro plan.
Si algo bueno hemos sacado de los últimos acontecimientos ha sido aprender a esperar sin poder hacer nada, y en esta ocasión ese nada tenía un abanico muy amplio, ya que no podíamos salir ni de casa. Es verdad que aprendimos a hacer las mismas cosas de otra forma, es decir, a trabajar desde casa, a quedar con los amigos vía on line o a hacer deporte en el pasillo o el balcón, pero también a esperar las órdenes que nos daban. Pensamos que íbamos a salir fortalecidos y siendo mejores personas del confinamiento, y que habíamos aprendido a trabajarnos la paciencia, al menos al principio, pero enseguida nos dimos cuenta que era una falacia y que continuamos necesitando actuar.
Sin embargo, no quiero ser pesimista respecto a nuestro aprendizaje del confinamiento y posteriores meses en los que hemos tenido que sufrir tantas restricciones, y creo que si recordamos esos momentos y somos conscientes de que pudimos ser pacientes en esa época, también lo podemos ser ahora, en caso de necesitarlo. Sigo creyendo en la acción, y en que a veces debemos movernos y actuar para conseguir lo que buscamos, pero también soy consciente que hay momentos en los que debemos mantenernos pacientes y esperar, haciendo lo más llevadera posible esta espera, sin desesperarnos ni frustrarnos por ello, sabiendo que, en estos casos, no hacer nada es hacer mucho. Debemos confiar en nosotros y en lo aprendido mientras vivíamos una experiencia nueva y como poco bastante desconcertante, y aunque ahora empezamos a sufrir algunas consecuencias de lo vivido, también podemos recobrar lo aprendido y darnos cuenta que supimos hacerlo muy bien y ser muy fuertes, y sobre todo muy pacientes.