Que llevamos mucho tiempo metidos en la pandemia de ola en ola no es nada nuevo, en este blog he hablado muchas veces de ello, y que cada vez nos encontramos más cansados tampoco lo es. Ahora, después de habernos vacunado la mayoría de la población y cuando ya pensábamos que esto poco a poco iba terminando, resulta que nos llega la sexta ola y vuelta a sufrir las consecuencias de la misma. Por supuesto, la peor de las consecuencias que uno puede tener es enfermar hasta fallecer, pero sin llegar a ese extremo y sin tener que pasar por la enfermedad incluso, estamos todos sufriendo esta pandemia de diferentes formas.
Puede ser porque no podemos hacer lo que nos gusta, porque no podemos visitar a quienes queremos, realizar tranquilamente nuestro trabajo o lo que me parece más grave, no poder disponer de servicios médicos correctamente porque estos se encuentran saturados o se prevé que lo van a estar. Como creo que la información que nos ofrecen es en gran parte sesgada, reconozco que me cuesta entender ciertas decisiones tomadas por la sanidad pública, como cerrar quirófanos de un día para otro cuando alguien lleva meses esperando para que se le opere y ya se le haya puesto hasta la pulsera del ingreso y la intervención. En estos momentos, poco nos queda por hacer, y por eso me gustaría poder ofrecer unas pautas para al menos afrontar la situación lo mejor posible. Lo primero de todo es que si nos enfadamos por esta situación u otra que se pueda presentar por este motivo, no sentirnos culpables encima por nuestro enfado. Tenemos todo el derecho a estar endadad@s, y por lo tanto no debemos sentirnos mal por ello. Reconocemos nuestro disgusto y desde ese punto decidimos cómo gestionarlo. Podemos decidir estar enfadados mucho tiempo, pero una vez que nos hemos desahogados, debemos tener en cuenta que cada minuto que pasemos con esta emoción es perjudicial para nosotros, ya que sencillamente lo estamos pasando mal. Por lo tanto, lo mejor será revertir nuestro estado anímico y decidir qué hacer para empezar a aceptar lo ocurrido y trabajar en ello. Podemos dedicarnos a luchar por conseguir aquello que queremos y que nos ha causado el enfado, o podemos relajarnos, aceptar la situación y dirigir nuestro objetivo en otro sentido. Por supuesto, si sentimos dolor y la esperanza era la operación nos costará más llegar a este punto, pero seguro que con una buena actitud podemos lograr algo que nos ayude. Recordemos que en estas situaciones lo más importante es que nosotros nos encontremos bien.