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Ainhoa Cilveti

El trampolín de tu vida

Aceptarse a uno mismo/a I

Que cada vez hay más culto al cuerpo no es ninguna novedad, y que los jóvenes están cada vez más supeditados a su físico tampoco, incluso en la etapa en la que hemos tenido que ir con media cara tapada, se ha aprovechado este hecho para hacerse arreglos y operarse, habiendo aumentado mucho la cifra de ciertas intervenciones. Parece que en este sentido en lugar de ir para adelante como sociedad vamos para atrás, y ya no nos reconocemos ni para poder sacarnos una foto sin necesidad de hacerlo sin un filtro, lo que cada vez hace que esta aceptación sea más difícil, ya que la imagen que aparece en los retratos está muy desvirtuada de la realidad y nos aleja más de la aceptación del cuerpo de uno mismo.

El otro día escuchaba a una persona muy operada, hasta haberse destrozado la cara y el cuerpo, que había tomado conciencia de su problema muy tarde, y que estaba sufriendo las consecuencias de haberse realizado tantas intervenciones, ya que ahora también tenía que pasar por el proceso de aceptar el resultado. Por este motivo, había empezado a dedicarse profesionalmente a ayudar a otras personas a que se quisieran y gustaran tal y como eran, sin necesidad de hacerse nada para que no tuvieran que pasar por las consecuencias que ella había tenido que afrontar. Siempre he estado a favor de la cirugía estética cuando hubiera un complejo grande o cuando la persona estuviera muy segura de qué era lo que quería, ya que no deja de ser una herramienta que puede facilitar estar cómodo con el físico de uno/a mismo/a. El problema viene cuando no se sabe dónde está el límite o cuando no se puede dirimir el si es necesario o se puede “solucionar el problema” trabajándose la seguridad en un/a mismo/a. ¿Hay que aprender a aceptar un complejo o se puede atajar el mismo metiéndose en un quirófano? ¿Quién decide lo que está bien o no? Está claro que todos tenemos en mente ciertas caras o cuerpos que sabemos que hubieran estado mejor si hubieran dejado que la edad siguiera su proceso natural, pero dependerá de un/a mismo/a.

Está claro es que quererse y ganar seguridad ayuda a verse mejor y a que nos importe menos lo que opinan los demás y a valorar lo verdaderamente importante de las personas. Esto no significa que no nos guste vernos bien en el espejo y nos preocupemos por nuestra apariencia estética, pero debemos aprender a poner las cosas en su sitio y relativizar los problemas, y para esto es muy importante la educación que recibimos y la seguridad que nos arropa.

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