Leyendo un libro de un conocido psicólogo conductista catalán me he encontrado con una técnica para aprender a ser feliz y tener una vida plena de alegría. Por supuesto, entiendo que cada uno debe considerar lo que le parecen estas técnicas, pero yo sí creo en saber gestionar nuestra mente de la forma más oportuna para lograr nuestros propósitos, por lo que me gusta aprender ciertos trucos para conseguirlo. Sin embargo, me he encontrado con algo peligroso en este sentido, ya que uno de los trucos nos invita a no dar importancia a aquello que queremos en caso de no conseguirlo para no sentir ansiedad por no lograrlo.
Es verdad que hay muchas veces que nos empeñamos en trabajar para conseguir ciertos objetivos que suponemos nos van a hacer muy felices e incluso nos van a cambiar la vida: lograr un peso concreto, conseguir un título determinado o poseer un bien material X, pero que, si lo analizamos desde otra perspectiva más realista, también podemos darnos cuenta que podemos ser igual de felices, o incluso más, sin disfrutar de esas metas. Pero ¡¡¡cuidado!!! Si nos guiamos por la creencia que tanto si logramos nuestros objetivos como si no podemos ser felices, terminaremos no persiguiendo ningún sueño, ya que el esfuerzo de alcanzarlo no nos va a merecer la pena, nos será más rentable animicamente trabajar en darnos cuenta que no necesitamos esforzarnos, que hacerlo por conseguirlo y luego tener que seguir trabajando para remontar la frustración si no lo conseguimos.
Por supuesto, en caso de no conseguir nuestros objetivos debemos aprender a avanzar para no sentirnos desgraciados, aprender de lo que no hemos hecho bien y mejorar nuestra vida, independientemente de cuál sea nuestra decisión, si volver a intentarlo o elegir aparcar esa meta. Pero, para empezar a esforzarnos por conseguir un nuevo objetivo necesitamos una motivación, y esta mayormente suele ser la sensación y las emociones que vamos a sentir cuando logremos ese objetivo, por lo que es importante, que al menos, al principio sintamos que necesitamos luchar y esforzarnos por lo que queremos, aunque luego valoremos que también podemos estar bien sin ello. Podemos aprender a vivir tranquilamente sin pretender nuevos objetivos, pero debemos saber también que retarnos a nosotros mismos nos puede resultar muy gratificante, además de aprender de nosotros y de ayudarnos a avanzar.