La mente juega un papel muy importante a la hora de estresarnos o desestresarnos, ya que es quien va a decidir el nivel al que comenzamos a hacerlo, independientemente del trabajo que realicemos. Durante los últimos posts hemos hablado de nuestro cuerpo y de lo importante que es cuidarlo para que no somatice los niveles de estrés al que le sometemos, de forma que no le dañemos. Pero es la mente la quien establece esos niveles, y es a esta a quien debemos dar las órdenes oportunas para que nos ayude a estar bien. Es decir, todos habremos vivido alguna vez la situación en la que dos personas realizando el mismo trabajo, una lo asume y lo lleva bien, mientras que otra se queja, y siente que está haciendo un esfuerzo mucho mayor, sintiéndose al final mucho más cansada y estresada. Está claro, que no todos tenemos el umbral del esfuerzo al mismo nivel, pero también que quienes aceptan el trabajo y relativizan las obligaciones, padecen menos que quienes le dan más importancia. Por lo tanto, una de las primeras cosas que debemos hacer es relativizar no sólo la importancia del esfuerzo, sino también la importancia de las consecuencias, de forma que lo vivamos con más tranquilidad, y no como si fuera una cuestión de vida o muerte, que, por desgracia en algunas ocasiones así ocurre.
Al relativizar el hecho en cuestión, podemos comenzar a verlo no sólo como un oscuro problema, sino como una oportunidad para desarrollar nuestras habilidades, sabiendo que disponemos de muchas capacidades que vamos a necesitar poner en juego. De esta forma, conseguiremos uno de los aspectos más importantes a la hora de solventar cualquier problema, buscar varias alternativas para hacerlo, algo que además de distraernos y hacernos sentir más útiles, también nos va a proporcionar mayor seguridad al saber que disponemos de varias salidas diferentes de la situación.
Y por último, debemos pensar en cómo queremos sentirnos durante este proceso y al finalizar este, y si preferimos pasarlo mal durante el periodo que dure la situación o por el contrario, sentirnos fuertes y con la sensación que podemos afrontarlo. Debemos tener presente, que con una mente positiva se encuentran más alternativas a las soluciones, además de vivir esos momentos desde un plano más agradable y tranquilo. Por lo tanto, al final volvemos a lo mismo, es nuestra decisión que el estrés se produzca y de una forma o de otra, que podamos mantenerlo a raya.