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Ainhoa Cilveti

El trampolín de tu vida

Estar confinados

Llevamos casi un año temiéndonos estar confinados en nuestra casa apartados de nuestra propia familia por ser positivo o haber estado en contacto directo con un positivo.  Si hace un año el estar todos confinados nos parecía una pesadilla, esta situación no lo es menos, incluso se agrava para aquellos que se han contagiado con el virus y que se ven obligados a tener que permanecer diez días encerrados en su habitación sin poder salir. Por supuesto, si además comparten la estancia con otra persona, esta debe abandonarla para evitar contagiarse, pero sin poder salir de la casa, por permanecer confinado. Vamos, que es todo un despropósito, sobre todo si además la persona enferma tiene síntomas y hay que cuidarle.

Hace poco, una persona me contaba que sólo disponían de un baño en la casa, y que cada vez que el “positivo” iba al baño tenían que desinfectarlo, con lo que la persona aguantaba las ganas de ir para no tener que darles más trabajo del que ya tenían sus familiares. Otro cliente me comentaba la actitud de “campeona” que había mantenido su hija pequeña al tener que estar confinada ella sola en su habitación sin poder salir para no contagiar a sus padres y hermana. Estoy segura que todos conocemos multitud de casos de este tipo, y no sólo en una ocasión, hay algunas personas que han pasado por esta circunstancia más de dos y de tres veces.

¿Qué podemos hacer para evitarla? Lo único que se me ocurre es quedarse en casa, ya que, aunque hagas bien las cosas y sigas minuciosamente los protocolos, siempre puede ocurrir que estés con alguien que de positivo, y aunque no te contagies, vas a tener que confinarte. Y como no considero que esta sea una alternativa beneficiosa para las personas, la de aislarse de todo y de todos, debemos aceptar que puede ocurrir que tengamos que “parar” nuestras vidas durante diez días, y hacerlo de la mejor manera posible.

Lo más importante, es darnos cuenta que no somos imprescindibles, y que, si esto ocurre, debemos relajarnos y desde la tranquilidad valorar cuáles son las opciones para gestionar lo que tuviéramos que hacer, trabajo, cuidado de familiares, citas médicas… Y pensar en estos días como en unas vacaciones de nuestra propia vida, en la que centrarnos en nosotros y en considerar qué podemos hacer para disfrutar de este tiempo. Seguramente descubramos que desde nuestra propia casa o habitación también podemos hacer mucho, como ya aprendimos hace un año cuando estábamos todos confinados.

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