Dentro de pocos días nos vamos a poder quitar la mascarilla al menos en espacios públicos, y aunque estemos todos hasta la coronilla de ella y nos cueste respirar cuando caminamos, sobre todo ahora que empieza el calor, hay gente que tiene “miedo” a que llegue el momento de quitársela. Y este miedo no se debe al virus, algo que puede ser muy comprensible por todo lo vivido en los últimos meses, sino por tener que volver a enseñar la cara.
Nunca antes habíamos tenido que ocultar el rostro para salir a la calle, no en los países en los que tenemos libertad, y sin embargo parece que algunas personas se hayan acostumbrado a ella y ahora se sientan desnudos cuando no la llevan puesta. Desconozco si a estas alturas esta sensación ya tiene un nombre, pero a mi me recuerda a lo que sentimos muchas personas cada vez que se acerca el verano y tenemos que volver a mostrar nuestro cuerpo en la playa o la piscina. Hemos pasado un tiempo con nuestro cuerpo salvaguardado a los ojos de extraños y a las críticas que creemos vamos a tener, y de repente tenemos que volver a la realidad, a una que no nos gusta ver y que muchas veces ni nos atrevemos a mirar en el espejo sintiendo vértigo ante el momento de tener que volvernos a exhibir ante los ojos ajenos.
Este ha sido un año difícil, y por el mero hecho de que haya pasado un año más todos hemos envejecido, por lo que algunas personas se sienten más protegidas y seguras estando tapadas hasta los ojos. Da lo mismo si casi no se reconocen en la calle, o si esto les dificulta la comunicación con los demás, casi prefieren pasar desapercibidas y ocultarse en el anonimato que ofrece la mascarilla. Y está claro que aún debemos seguir utilizándola en los espacios cerrados y cuando estemos rodeados de mucha gente, pero no tengamos miedo de enseñar nuestro rostro y sobre todo nuestra sonrisa. Si nos da miedo que se nos vean las nuevas arrugas la mejor manera de contrarrestarlas es sonreír, algo que podemos hacer después de todo lo pasado alegrándonos de comenzar a vivir una nueva normalidad. Por lo tanto, quiero animar a esas personas que tienen miedo a mostrarse y recordar que lo más importante es poder seguir mostrándonos y que todos somos un año mayores, y esperemos que un poco más fuertes por lo ocurrido.