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Ainhoa Cilveti

El trampolín de tu vida

La Seguridad Acobarda

Hoy escribo sobre un tema que se me ha presentado en el despacho y que es muy explícito de lo que ocurre cada día en la vida de cualquier persona. Ha venido una persona a trabajar su seguridad ante ciertas situaciones que se le presentan en su trabajo y que muchas veces, o más de lo que a él le gustaría, terminan en confrontaciones, sin tener que ser nada personal.

Esta persona, cansada de ir cada día  a su casa con la carga de estos enfrentamientos sin merecerlos, ha decidido empezar un proceso de coaching para poder afrontar estas realidades y que no perjudiquen a su vida familiar, ya que considera que su trabajo es un medio de llevar dinero a casa, en el que se implica porque le gusta y lucha por él, ya que por las circunstancias actuales no sólo tiene que luchar demostrando su buen hacer, sino también en los despachos, y haciendo que se pague a su empresa lo que otras le deben.

Volvamos al asunto en cuestión, como os habréis podido dar cuenta, es una persona que es muy comprometida con lo que hace, pero que en ocasiones, necesita trabajar su seguridad para poder asumir lo que ocurre en su trabajo.  Esta semana, se ha dado cuenta, a la vez que trabajaba su seguridad, que las situaciones en las que las ponía en cuestión desaparecían mientras que podía lidiar mucho mejor con cualquier realidad. No existen las casualidades, sino las causalidades, es decir, las personas, en general, aunque no debamos generalizar, somos mucho más cobardes con aquellas que trasmiten seguridad que con las que no. Por lo tanto, cuando nos encontramos ante alguien que se encuentra y demuestra estar muy seguro de su trabajo, no se atreve a cuestionar la labor hecha, mientras que cuando se nos presenta ante nosotros alguien que parece indeciso, es entonces cuando cargamos con todo nuestro armamento contra esa persona.

Mi cliente se sentía contento porque creía que había tenido suerte esa semana, mientras que no se daba cuenta que no era suerte, sino su propio esfuerzo por ser más seguro en su trabajo, ya que esto era lo que había modificado el comportamiento de sus clientes, el entender que él estaba tranquilo y satisfecho por lo que había hecho, es decir, se sentí a seguro.

Mi trabajo ha sido muy simple, hacerle ver que era su seguridad la que había impedido que nadie se le tirara al cuello cuando no correspondía, y que en caso de no haberlo hecho bien, que puede ocurrir, sabe cómo actuar para poner remedio a la situación.

Parece miserable, pero, en la mayoría de las ocasiones, sólo nos atrevemos con aquellos que creemos inferiores a nosotros.

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