Hemos comenzado hace ya unas semanas el nuevo curso, y aunque se suele empezar de forma paulatina con la agenda de clases y las extraescolares, ya estamos metidos de pleno. Los colegios han comenzado con las primeras reuniones de padres, en esas en las que se nos indican los objetivos del curso y lo que se espera de nuestros hijos. Y aquí, es cuando, en algunas familias comienzan las preocupaciones.
Cada vez más, tanto los profesores como los orientadores de cada curso, nos hacen valorar a los padres la importancia de comenzar bien el curso desde el primer momento, alentando a nuestros hijos a que adquieran buenos hábitos en los estudios. Pero, los padres, no siempre podemos hacer que esto ocurra, bien porque no sabemos cómo hacerlo, o bien, porque “creemos” no disponer de tiempo. Lo de creemos, lo pongo entre comillas, ya que a veces se trata más de una creencia que nos creamos nosotros mismos para excusarnos de no tener que pasar tiempo en enseñarles a estudiar. Entiendo, por otra parte, a mí también me pasa, que es agotador llegar a casa tras un día duro de trabajo y ponerse a estudiar con tu hijo, o peor, comenzar a discutir para que acabe los deberes. Por todo esto, creo firmemente, en que sean ellos mismos quienes se responsabilicen de sus propias tareas, entre otras cuestiones, porque esto es lo que les va a hacer ser más autónomos y crecer como personas.
La cuestión, es cómo los padres podemos hacer que tomen esta responsabilidad, sin dejarnos la piel ni la voz en ello. A continuación os sugiero algunas ideas para conseguir el resultado que buscamos:
– Hacerles ver y entender la importancia de los estudios en su vida.
– Hacerles comprender que es bueno planificarse la agenda. A todos nos ayuda.
– Marcarles unas pautas que les puedan servir de guía, sin que por ello tengamos que estar continuamente presentes.
– Transmitirles, que aunque no estemos físicamente presentes, nos preocupamos por sus progresos y resultados.
– Valorar cada progreso que hagan, por pequeño que sea, en el camino hacia su autonomía.
– Expresarles nuestra preocupación por su bienestar, muchos padres se asombrarían de lo que a veces los hijos hacen por llamar nuestra atención, como por ejemplo sacar malas notas.
– En caso necesario, y sin que suponga ningún trauma en la familia, pedir ayuda a profesionales, como por ejemplo, a un coach que les ayude en el proceso de hacerse más independientes.
Por supuesto, hay muchos otros profesionales que pueden ayudar, pero como este blog habla sobre el coaching, me voy a referir tanto al coaching personal, en el que es el niño/adolescente quien trabaja su proceso, como el coaching familiar, cuando hay también situaciones relacionadas con el resto de la familia a trabajar.