Es sabido que la convivencia es difícil, y que aunque el roce hace el cariño, también ofrece posibilidades de desencuentros, que si no se solventan bien, pueden traer conflictos importantes en un futuro. La pareja, conviva en un mismo espacio o no, suele tener muchas situaciones que pueden originar roces o la posibilidad de tener diferentes opiniones ante un acontecimiento o realidad, por lo que, si estas opiniones no se expresan correctamente, pueden originar causas de ruptura.
Anteriormente, he hablado de la asertividad y de lo útil que es esta en la comunicación para evitar que se creen discrepancias a la hora de decir algo a la otra persona. En este sentido, cuando queremos transmitir una queja a nuestra pareja, o simplemente comentarle una actitud o acción que haga y no nos guste, debemos evitar herir a esa persona, por lo tanto, es conveniente que no comencemos diciendo que es algo frecuente o normal en ella, ya que la pareja puede recibirlo como una ofensa. Que a veces haga algo que no nos gusta, no significa que siempre lo realice, por lo que si nos dirigimos a ella con un “tú siempre” o “tú nunca”, estamos dando por bueno que esa persona actúa así sistemáticamente, sin concederle la oportunidad de que puede cambiar o que es algo ocasional. Es importante recordar que para decir algo negativo a otra persona, debemos partir desde una base positiva, sobre todo si se trata de nuestra pareja y lo que pretendemos es reconducir una actitud para lograr un acercamiento hacia la otra persona. No se trata sólo de dar nuestra opinión, que también, sino de acercar los puntos de vista, por lo tanto debemos tener muy en cuenta no faltar el respeto al otro ni a nosotros mismos. No decir nada que pase el límite de la consideración para ambas partes, de tal modo, que el contenido del mensaje no se pierda en faltas de educación, y quede lo importante, que es llegar a un consenso para avanzar como pareja. Que alguien haya hecho algo alguna vez, no significa que siempre lo vaya a hacer o que nunca pueda cambiar. Concedamos una oportunidad a la otra persona para entendernos y poder decidir si quiere cambiar en esa actitud, y respetemos si no lo quiere hacer, siempre tendremos la oportunidad de tomar una última decisión.