Cuando comenzamos a realizar cualquier nuevo proyecto o actividad, solemos comenzarlo con ilusión y motivados, llenos de fuerza y con ganas de hacer lo que esté en nuestra mano para conseguirlo. Muchas veces, este camino es más duro de lo que imaginábamos, nos encontramos con situaciones inesperadas y nos repercute en nuestro ánimo. Si a esto le añadimos que nos vamos desgastando y que nuestra fuerza se va viendo disminuida, solemos sentirnos cansados, y por lo tanto, comenzamos a ver las cosas de forma más pesimista, percibimos la realidad más negra de lo que es en realidad, y además pensamos que lo realizado hasta la fecha no ha valido la pena, que nuestro esfuerzo no ha servido para nada.
Pero no es así, lo que hemos hecho hasta ese momento hecho está, y aunque nos cueste valorarlo en ese instante de cansancio, no quiere decir que no podamos utilizarlo cuando lo necesitemos. Aunque nos sintamos abatidos cuando estamos cansados, no significa que lo trabajado hasta ese tiempo no tenga importancia y no produzca su efecto cuando nos encontremos mejor. Por este motivo, es muy importante cuidarnos mientras trabajamos en un proyecto, es decir, cuidar y calibrar nuestras fuerzas, sin dejar que estas lleguen al límite, precisamente para no decaer en el pesimismo, ya que corremos el peligro de no valorar la situación tal y como es realmente, sin apreciar todo lo ya trabajado.
Por supuesto, en este punto, podemos dudar de cómo calibrar este momento en el que debemos parar para no sobrepasar la línea del agotamiento. Aquí cada uno se va conociendo y sabiendo cuál es el momento oportuno para parar y descansar, sin dejarse llevar por la cabezonería de querer continuar aún sin tener fuerzas para ello. De todos modos, y a medida que vamos avanzando en diferentes proyectos, las personas nos vamos conociendo, pero como no todas las circunstancias son iguales, también puede ocurrirnos que traspasemos esa línea y nos encontremos desanimados y en el punto en el que consideramos que no ha valido la pena lo realizado hasta ese momento. ¿Qué hacer? Descansar, olvidarnos de todo y concentrarnos en nosotros mismos y en cargarnos de energía. Apartar todo lo que tengamos entre manos y pensar en nosotros, siendo nuestro único y principal proyecto. Cuando hayamos empezado a sentirnos mejor, a ver las cosas desde una perspectiva más optimista y valorando lo trabajado, es cuando podemos continuar y entonces tomar las decisiones que sean oportunas para continuar con nuestro camino.