Día a día se nos presentan situaciones que vamos enfrentando sin que nos supongan un gran reto. Nuestras vidas están llenas de momentos encadenados en los que tenemos que asumir responsabilidades o tomar decisiones que somos capaces de ir asimilando sin tener que prestarles demasiada atención, momentos que nos son familiares y que somos capaces de afrontar sin problemas. Pero de repente, se nos plantea una situación desconocida, que nos produce emociones contrarias o con variables que no controlamos y a las que no sabemos bien cómo enfrentarnos. En este nuevo contexto, no saber cómo actuar nos puede llevar a la frustración, ya que vamos a agrandar la “situación problema”, no dejándonos ver las diferentes alternativas que tenemos para solventar la situación.
Siempre hay algo que podemos hacer, que depende de nosotros y que nos puede ayudar a mejorar ese aspecto que nos está causando malestar. Ser conscientes de que disponemos de nuestro círculo de influencia y que podemos ampliarlo hasta tapar o hacer desaparecer el círculo problema, nos va a permitir:
1.- Relajarnos y rebajar el estado de ansiedad que la situación nos puede crear.
2.- Ser capaces de valorar y visualizar las alternativas que tenemos.
3.- Ser conscientes de nuestro poder de acción.
4.- Analizar las posibilidades de ejecución.
5.- Determinar cómo y cuándo hacerlo.
Por lo tanto, aunque creamos que aquello que nos está sucediendo es superior a lo que podemos aguantar, o que se trata de algo desconocido y que no sabemos afrontar, no significa que no podamos hacer nada. Paso a paso, podemos encontrar esa salida que en un primer momento no somos capaces de ver, ya que debemos confiar en nuestros recursos y en nuestra capacidad de superación, que muchas veces demostramos a lo largo de nuestras vidas y que cuando nos sentimos “hundidos” no podemos valorar. Nuestro “circulo de influencia” nos permite ampliar nuestras acciones hasta poder tomar rienda de la situación.