Sé que negociar con los hijos puede parecer complicado, ya que su constancia hace que cada poco quieran conseguir nuevos logros, pero si se establecen unas pautas que consideren “justas”, les es más difícil seguir intentándolo, porque nosotros también podemos jugar nuestras bazas, y no hay que olvidar que el zorro es más listo por viejo que por zorro. Por lo tanto, no pretendamos que nuestros hijos sean los que antes llegan, los que primeros se marchan de las fiestas de cumpleaños, o los que siempre hacen las cosas a la primera porque lo decimos nosotros, dejemos que ellos mismos puedan comprobar que lo que han logrado entra dentro de la media y de sus expectativas, y de esta forma podremos tener un poco de paz, al menos durante un tiempo, y luego habrá que volver a sentarse y volver a negociar, porque lo que está claro es que ser padres es una carrera de fondo.
Para tener éxito en la negociación, es muy importante que tengamos ciertos aspectos en cuenta desde el principio, y que nos mantengamos firmes en ellos, aunque también utilizando como es habitual, la flexibilidad:
1.- Establecer los límites que no queremos traspasar. Es vital saber en qué rango nos movemos a la hora de comenzar a tratar con ellos, ya que en caso contrario, podemos terminar aceptando algo que ni pensábamos en un principio.
2.- Conocer al adversario. En cualquier negociación es imprescindible saber quién se tiene en frente para tener más armas a nuestro favor. En el caso de la negociación con los hijos, podemos decir que este paso lo tenemos a nuestro favor, pero también debemos tener en cuenta, que ellos desde muy pequeños saben muy bien cómo somos y hasta donde pueden estirar la cuerda para lograr lo que quieren. Además, van a emplear otra arma mucho más eficaz: el chantaje emocional, por lo que debemos tener la información más exacta posible de lo que quieren para estar preparados.
3.- Introducir nuevas variables. Saber que podemos introducir nuevos aspectos en la negociación nos puede ayudar a conseguir un intercambio por lo que ellos quieren. Por ejemplo, si lo que piden es acudir a una fiesta hasta una hora concreta, aparte de limitar la hora hasta la que estamos dispuestos a dejarles, podemos pedirles a cambio que hagan algo en casa.
Aunque no sea una ciencia exacta, a medida que vayamos aprendiendo a negociar cada vez lo haremos mejor, pero tengamos en cuenta, que en este caso, este axioma sirve para ambas partes a la vez.