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Juan Carlos Hernández

Al aire libre

LA FOTO DEL COFRE DEL TESORO

 

Nadie duda de la trascendencia que tuvo para el Atletismo el salto de Bob Beamon en los Juegos Olímpicos de México’68, una de las joyas deportivas del siglo XX. Fue un breve instante de dimensiones inesperables, un salto de 8’90 metros para un vuelo de noventa y tantas centésimas de segundo.

 

Varios fotógrafos profesionales lograron inmortalizar ese segundo del espacio-tiempo. Estaban ahí para eso, aunque me consta que a algunos de esos profesionales se les escapó la proeza. No puedo afirmar que sea la mejor, pero creo que hay consenso al decir que la imagen/icono más famosa de Bob Beamon es esta que consiguió Tony Duffy:

 

 

 

Quienes seguís este blog ya conocéis mi pasión por aquel milagro de México. Llevo años recopilando datos, fotos o vídeos de Bob Beamon, tratando de entender el fenómeno. Hasta ahora, sin contar alguna foto de la carrerilla o de los ‘saltos de rebote’ que siguieron al aterrizaje, tengo recopiladas 27 fotografías que ilustran aquellas centésimas de gloria beamoniana. Veintiséis de ellas en blanco y negro y una sola en color, ésta obtenida por John Dominis:

 

 

 

Una de esas veintisiete fotografías, la de la cabecera de este artículo, me ilusiona especialmente porque es la única “no profesional” de mi colección, y me hace soñar que puedan existir otras parecidas. Está sacada desde la grada, desde muy cerca, por el gran Jorge González Amo, ex plusmarquista español de 1500 metros (3’40”0 en 1968, en la pista de ceniza de Gotemburgo), que tuvo el asombroso acierto de pulsar el obturador de su cámara en el momento preciso del salto. Aquí le vemos en aquellos Juegos del 68 en compañía del sagrado Jesse Owens y de una azafata:

 

 

 

Esa foto de la cabecera comenzó a circular por Internet el 18 de noviembre de 2007, regalo de Jorge para ilustrar un trabajo mío sobre Beamon que algún día recuperaré mejorado para este blog. Mi sorpresa pasó a ser asombro cuando el 8 de mayo de 2008 hizo circular esta otra foto del minuto posterior al salto:

 

 

 

Durante algún tiempo estuve en la parra, pero finalmente caí en la cuenta y mi cerebro entró en ebullición: ¿Una foto en color sacada por la misma persona? O la foto era de algún conocido de Jorge, o él llevaba dos cámaras, o cambió de carrete en menos de un minuto… o la foto del salto estaba originalmente hecha en color. Y saltaron todas mis alarmas.

 

Escribí a Jorge el 22 de septiembre de 2009 explicándole mi hipótesis. Me contestó que la foto era suya y que sólo tenía una cámara, “una Zénith comprada a los atletas rusos unos días antes y con un objetivo de 500 mm”, así que, en efecto, la toma original fue en color. Sin embargo, por la mala calidad de la imagen nunca la había revelado y los negativos originales llevaban desaparecidos quizá desde entonces. La copia positivada en blanco y negro era el único testimonio.

 

Jorge y yo sólo nos hemos visto en persona tres o cuatro veces, todas ellas en el velódromo de Anoeta, cuando él ha venido a San Sebastián cumpliendo sus funciones de responsable nacional de la categoría júnior. En uno de esos encuentros, hace más de un año, se acercó a mí con el entusiasmo que le caracteriza y me dijo que estaba buscando los negativos desde que le planteé la cuestión, aunque la probabilidad de encontrarlos estaba entre remota y cero.

 

Quienes conocéis a Jorge González Amo sabéis que sus palabras eran reales, que no era sólo cortesía. Y hasta yo me había olvidado de la foto en color cuando hace unos meses él me lo recordó: “Juancar, sigo buscando, ¿eh?”. Yo crucé los dedos.

 

Y hace unas semanas se produjo el hallazgo. El 24 de febrero recibí un correo de Jorge con una fotografía de los negativos. Sudores fríos por mi espalda. El negativo, aunque estaba algo deteriorado, desbordaba mis ilusiones más optimistas: la foto original no sólo era en color sino que el encuadre abarcaba mucho más campo que en la conocida copia en blanco y negro.

 

En un nuevo colmo de generosidad Jorge González Amo me ha regalado los negativos. Llegaron a mis manos hace unos días y en una tienda especializada han hecho con ellos lo que han podido. Mi colección ha sufrido un interesante vuelco, ahora el ocho noventa de Bob Beamon está documentado en veinticinco fotografías en blanco y negro y DOS en color.

 

¿Y dónde está la foto? Quien tiene un amigo tiene un tesoro, así que en homenaje a Jorge González Amo y al cajón en el que durante cuarenta años han dormido los negativos, podéis pinchar en esta imagen para verlos…

 

 

 

…Y en este cofre del tesoro para ver la nueva fotografía en color del ocho noventa de Bob Beamon:

 

 

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