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Juan Carlos Hernández

Al aire libre

21 DE AGOSTO DE 1985 (+1)

 

Hace cuatro años, el 21 de agosto de 2010, escribí este post titulado «21 de agosto de 1985» en el que contaba cómo llegué a mi primer día en una pista de Atletismo y el entrenamiento con el que me estrené.

 

Nunca llegué a escribir lo que hubiera sido algo así como la segunda parte del post: qué pasó en las siguientes horas de aquella primera tarde en las pistas de Anoeta.

 

Resulta que aquel 21 de agosto de 1985 se disputó el mitin de Zúrich, que por aquellos años ya era el gran día del Atletismo mundial. En 1985 se disputaba por primera vez el «Grand Prix», lo que tras sucesivas mutaciones ha llegado a ser la «Diamond League» actual. Y en 1985, al menos en España, eran tardes de gloria televisiva al servicio del Atletismo. Como ya decía en el post de 2010 «no todo ha evolucionado favorablemente».

 

Destrozado por el cansancio de decenas de multisaltos me tumbé en la cama para disfrutar del mejor Atletismo en la pequeña tele de mi cuarto.

 

En lo que a Atletismo se refiere el momentazo del día lo protagonizó Mary Decker -foto de cabecera- al batir el récord mundial de la milla (4’16”71) derrotando a sus archirrivales Maricica Puica, que hizo récord de Europa, y Zola Budd, que hizo récord de la Commonwealth.

 

 

En la milla masculina Said Aouita se quedó a 61 centésimas del récord mundial de Steve Cram; y Steve Cram, con un marcón de 1’42”88 venció en el 800 al campeón olímpico Joaquim Cruz. En longitud femenina Heike Drechsler, con 7.39m, venció a Jackie Joyner con 7.24m. O en 800, Jarmila Kratochvilova perdió por una centésima ante Fita Lovin (1’56”71). Etc, etc.

 

Así era Zúrich y así sigue siendo. Imaginaos cómo me lo pasaba yo a los dieciséis años viendo estas cosas.

 

En una pausa quise ir a la cocina a beber agua y comprobé, al querer levantarme de la cama, que los tobillos se me habían petrificado en ángulo recto y casi me caigo de cabeza. Así entendí que la palabra Atletismo estaría unida para siempre a las palabras esfuerzo y sacrificio. Y supongo que me enamoré aún más de mi deporte favorito.

 

Pero al igual que sucede ahora con Bolt, más allá del Atletismo, los focos del espectáculo se los llevaba Carl Lewis. Se lo había ganado con cuatro años de fábula, de 1981 a 1984, y un inicio de 1985 que llegó a parecer que los récords mundiales iban a caer a pares. Pero no. Una lesión seria, quizá la primera de su vida, echó al traste el gran colofón de los mejores años de Carl Lewis.

 

Tras varias semanas sin correr (en un intento desesperado no llegó ni a la final del Campeonato USA de los 100 metros) alguien puso muchísimo dinero sobre la mesa para que «la estrella» estuviera en Zúrich para correr el 100 y el 200. Y así, un Carl Lewis totalmente fuera de forma acabó cuarto con la misma marca que el quinto en un 100 ganado por un tal Ben Johnson, hasta entonces un segundón (bronce en Los Ángeles’84, eso sí). Nadie lo sabía en ese momento, pero esa victoria de Johnson y esa clamorosa derrota de Lewis fue el primer gran capítulo de una de las rivalidades más intensas que ha conocido el Atletismo. Por supuesto, la humillada estrella no corrió el 200.

 

 

Y todo aquello sucedió ante mis tobillos de madera y mis ojos adolescentes. Nadie duda de que el enfrentamiento Lewis-Johnson de 1985 a 1988 cambió la historia del Atletismo, lo mismo que yo sé que aquellos multisaltos y todo lo que vino después marcaron mi biografía para siempre.

 

Por cierto, sé que alguno ya habrá caído, justo un año más tarde, el 21 de agosto de 1986, cuando yo celebraba mi primer cumpleaños como atleta, nacía en Jamaica un niño que se llamó Usain Bolt. Para que veáis la importancia que tiene para el Atletismo el día que yo pisé por primera vez una pista. ¡ JA !

 

 

Pinceladas finas al deporte rey

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