Por Carlos Rilova Jericó
Para variar, una vez más, traigo a este correo de la Historia la famosa “cuestión catalana”.
No hace falta que nos pongamos en antecedentes ¿verdad?. Una sustancial parte de catalanes -aunque sin mayoría electoral- insiste y vuelve a insistir en que quiere independizarse de España. Empeñados en ese proyecto convocan elecciones de dudosa hechura y finalidad y, también, extienden estados de opinión.
Por ejemplo a través de libros. Algunos más burdos, como podría ser el caso de la novela histórica -así se etiquetó- titulada “Victus”, que se vendía incluso en supermercados de toda España. Otros más refinados. Como puede ser el caso del que nos vamos a ocupar hoy: “Cataluña para españoles” del sociólogo Salvador Giner, catedrático emérito de esa materia y Premio Nacional de Sociología y Ciencia Política.
Acaban de traducirlo al español y yo, como me suele ocurrir habitualmente, me topé con él dentro de una biblioteca, me llamó y respondí.
Y hasta aquí hemos llegado, como se suele decir.
¿Qué nos aporta este libro escrito por alguien que, al menos en alguna entrevista, se ha declarado independentista?.
Pues desde el punto de vista de la Historia, que es el que aquí nos interesa -o nos debería interesar- al menos una cuestión interesante.
En general, el profesor Giner se descuelga en su libro por bastantes lugares comunes de la interpretación de la Historia habitual entre los secesionistas.
Así considera, casi sin matices, que la derrota de los austracistas catalanes en 1714 fue una derrota del Independentismo catalán y no la de un partido que luchaba por poner en el trono de España a una determinada dinastía -la de los Habsburgos austríacos- frente a otra: la borbónica en este caso. O que la insurrección de 1640 es una guerra de independencia catalana. Así la llama, en efecto, en la página 45 de ese libro…
Todo esto, especialmente la interpretación de los hechos de 1640 como “guerra de independencia catalana”, es muy cuestionable desde el punto de vista histórico. Por ejemplo porque la facción insurrecta de 1640, como bien se sabe, tenía unas pretensiones de nivel bastante bajo. Al menos consideradas desde el punto de vista del independentismo catalán de hoy día.
Así es, los insurrectos de 1640 se conformaban con romper el homenaje ligio que les unía a la corona de Felipe IV y pasarse con armas y bagajes a la corona francesa regentada en esos momentos por Luis XIII o, más bien, por el inefable cardenal Richelieu. Dudosa independencia, la verdad, que parece más bien un cambio de señor feudal antes que una proclamación de soberanía como la que en 1776 harán los rebeldes norteamericanos que, esos sí, ya sabían lo que se hacían a ese respecto, rompiendo todo vínculo con cualquier dinastía, declarándose un país nuevo y gobernado por sus propios ciudadanos (al menos por los varones blancos relativamente ricos, que, durante mucho tiempo, casi hasta antes de ayer, eran los que tenían voz y voto en esa nueva nación).
También es bastante dudosa la afirmación del profesor Giner de que el himno de “Els Segadors” -que él define como himno de Cataluña- fuera compuesto entonces, en 1640, dado que es bien conocido -o debería serlo- que, en realidad, es una creación a posteriori, fabricada por la intelectualidad catalanista del siglo XIX en base a una copla popular surgida de aquellos episodios históricos…
Como vemos hay en este libro de “Cataluña para españoles” afirmaciones muy dudosas desde el punto de vista histórico, que hacen igualmente dudoso todo lo que nos dice, y, por tanto, lo convierte en candidato a engrosar la lista de productos culturales con los que el actual Independentismo catalán trata de convencer a toda España, más bien por las bravas, de que la razón más absoluta asiste a Cataluña al querer separarse de ese país.
Sin embargo hay que reconocer que también en “Cataluña para españoles” aparecen observaciones de lo más certeras.
Por ejemplo la que el profesor Giner hace en la página 26, cuando señala que el centralismo español -a diferencia del francés- ha sido históricamente ineficaz a la hora de integrar a las periferias, socavando -ese es el verbo que el profesor emplea- a dichas periferias en sus convicciones o en sus pretensiones.
Es muy razonable lo que viene a decirnos ahí “Cataluña para españoles”. Sencillamente que desde Madrid, desde la capital que gobernaba toda España, no se ha sabido hacer en, digamos, el último siglo y medio lo mismo que sí se hizo desde París -o desde Barcelona-. Es decir, una labor de educación cívica, instruyendo a sus ciudadanos en una Historia común, en un proyecto, también común, viable y justificado por el paso de siglos de Historia compartida.
Dicho en otras palabras más sencillas: desde Madrid ha preocupado poco o nada el crear un discurso coherente, bien fundado en la Historia, que lleve a los catalanes a sentirse ciudadanos de España.
Y ahí acierta de pleno el profesor Giner. En efecto, no se le puede negar que desde Madrid se ha fomentado una visión histórica, además de falsa, agónica y desastrosa que, la verdad, no anima mucho a nadie a sentirse parte de España. Realmente ¿quién en sus cabales en la Europa de hoy día querría ser parte de una nación -España- cuya Historia se ha reducido (o dejado reducir), desde muchas mentes pensantes de Madrid, a reyes idiotas y oscurantistas como los que se ven, por ejemplo, en películas como “Jalea Real” o “Elizabeth”?. ¿Quién en sus cabales en la Europa de hoy día querría ser parte de una nación cuya Historia parece reducida a andar por ahí masacrando infieles bajo el síndrome del guerrero del antifaz?. ¿Quién en la Europa de hoy día querría ser parte de una nación ensimismada en viejas glorias imperiales, irremediablemente apolilladas durante una larga dictadura sobrevenida tras una salvaje guerra civil hace ahora setenta años?. ¿Quién en sus cabales en la Europa de hoy día querría ser parte de una nación cuyas novelas históricas -salvo honrosas y demasiado escasas excepciones- se limitan a hablar, otra vez, de reyes tarados, tercios piojosos y hambrientos, que asisten al ocaso del sol de Flandes atacados por una especie de brote psicótico-patriótico con ribetes suicidas, y reyes infames como Fernando VII?.
Los independentistas catalanes habrán creado un relato histórico poco veraz, pero es, desde luego, mucho más atractivo que ese penoso engendro que acabo de describirles que, y eso es lo peor, es, además, sólo fruto de una pasmosa pereza mental entre quienes, siquiera sólo fuera por honrar la verdad histórica, deberían fomentar justo lo contrario y luego, sin embargo, se asombran de que vascos, catalanes, gallegos… y los que vengan, se quieran largar, por la vía rápida, de semejantes señas de identidad colectiva absolutamente enfermas y enfermizas y, desde luego, lejos, muy lejos de los verdaderos hechos históricos.
Aunque sólo sea por poner el dedo en esa llaga sociológica que explica uno de los aspectos que están llevando a la ruptura de España, el profesor Giner se merece un aplauso y su libro un voto de confianza. Pues algo nos puede enseñar sobre nuestros propios -y graves- errores, de los que deberíamos ir aprendiendo. Algo, siquiera algo…