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Alberto Moyano

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Santa Mercedes Redentora

Alberto Moyano

Si jodida es la adicción al tabaco, más aún lo debe ser la que provoca
el vicio de ir por la vida salvando los cuerpos y las almas de los
infieles. No hay datos fiables sobre cuántas personas han dejado de
fumar gracias ala voraz persecución de Mercedes Milá. Tampoco consta
que la molesta  actitud de la presentadora haya creado por
reacción nuevos fumadores. Sin embargo, las cruzadas no dependen de los
resultados sino que se justifican en sí mismas. Ya lo dice el
Evangelio: es la intención lo que cuenta. Y si antes decidió que había
muchos fumadores, ahora, la Milá ha estimado que son pocos los lectores.
 Para combatir estas cifras, podría haberse acogido a múltiples
sistemas, incluso sin necesidad de alterar las reglas de ese ‘Gran
Hermano’ que proscribe la introducción de libros por parte de los
concursantes en la casa de Guadalix de no sé dónde.
El caso es que la iniciativa de la Milá llegó ayer a San Sebastián con
la liberación de un puñado de libros en la Plaza de la Constitución.
Quizás sea cierto que el hábito de la lectura aporta algo al cerebro
humano, pero o la Milá es la
viva refutación de esta teoría o la mujer no ha cogido un libro en su
vida. El caso es que la editorial Santillana, que esponsoriza esta
‘acción’ cultural, liberó apenas una docena de ejemplares de títulos
tan
poco invitadores como ‘Nuestro pequeño Billy’, de Billy Hopkins; o
‘Casi
fantasmas, de R.L. Stin, en lugar de los anunciados Pérez-Revertes que
el público gorrón allí congregado demandaba con avidez.
En mis tiempos infantiles, nos prevenían contra un señor que
supuestamente acudía a las puertas de los colegios para repartir droga.
Ahora, hay que huir de la Milá. Con los libros,
como con los animales domésticos: No los abandones. Ellos nunca lo harían.


abril 2006
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